Lo de Podemos es realmente un fenómeno atractivo como lo suelen ser las novedades imprevistas (no imprevisibles). A la eurodiputada gaditana del grupo, nuestro corresponsal José Contreras le ha sacado una soberana declaración de intenciones –“No voy a abandonar las barricadas por haber llegado al Europarlamento”– que habla por sí sola y que no deja de ser preocupante en la medida en que siempre resulta serlo la política en las barricadas o las barricadas en la política. No me parece razonable liquidar esta explosión del polvorín nacional con el manguerazo dialéctico que supone calificar de “friquis” a los votados y a los votantes de esa nueva fuerza, cuyo programa, aunque sea visto por encima, constituye una amalgama entre stalinista y joseantoniana de utopías no renovables: salario mínimo universal, tope a los salarios altos, incumplimiento del déficit y una serie de nacionalizaciones como las que abrieron la puerta, con Mitterrand, a la decadencia del socialismo francés. Está claro que la ventaja del aventurero en política es grave por la sencilla razón de que, tirando con pólvora del rey, los fuegos artificiales están garantizados, pero cuando se observa con atención una madeja como ésta se acaba descubriendo el cabo stalinista que aterraría a sus propios votantes en el caso de haberlo valorado como es debido. Es más que probable que esta aventura tenga corto recorrido entre otras cosas porque el horno de Estrasburgo no está hoy por hoy para bollería fina, lo que sugiere que la debacle bipartidista no es más que un episodio incidental surgido en un ambiente generalizado de cabreo ciudadano contra ese estamento, la “casta”, en el que acaban de ingresar, sin percatarse siquiera, estos maximalistas.
Lo de la “casta”, por cierto, es un hallazgo unamuniano reutilizado por Valle-Inclán y se usó mucho cuando la primera Dictadura. Ahora es tarde para utilizarlo porque bien sabemos que ese estamento acaba fagocitando a todos en la vida pública, y si no ya verán cómo chirrían estos aguerridos pujos en cuanto se topen con la burocracia comunitaria. Vale, dación en pago, aborto libre y gratuito, eutanasia libre, supresión de las Diputaciones, cierre de los paraísos fiscales, lo que gusten reclamar en el desierto desde el otro lado de la barricada, pero ya verán cómo se estrellan a no tardar. La política real no es una tertulia y no quiero ni imaginarme la posibilidad de un gobierno de rebeldes jugando con las cosas de comer.
Sostengo que la eminencia gris del SAT es el mafiosillo Cañamero aunque el rostro más conocido sea Sánchez Gordillo. Igualmente creo que el cerebro de Podemos, más que el Coleta es su mentor Juan Carlos Monedero, asesor de Gaspar Llamazares entre 2000 y 2005, durante su etapa de coordinador general de Izquierda Unida y que también fue asesor del gobierno venezolano de Hugo Chávez entre 2005 y 2010, tanto directamente con el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, como en el Ministerio de Planificación.
Tan listo es el tal que no se ha incluído en la lista «euro», reservándose tal vez para empresas mayores. He ojeado alguno de sus libros y presenta una mezcla de utopías irrealizables con reflexiones de hondo calado, o a mí me lo parece, y no tan descabelladas.
Me recuerda algo a la implantación de la no poco fracasada Medicina Familiar y Comunitaria. Cuando nació convergían en el Ministerio de la cosa dos tendencias: la de quienes se habían formado en el Servicio Nacional de Sanidad inglés -Thatcher hizo allí luego importante poda- y quienes venían de Cuba, pretendiendo un sistema tercermundista, pero que allí daba los elogiadísimos resultados.
Intentar una bolivarización en un país europeo como España suena a chirigota, pero no todos de los puntos de vista contemplados por los podemistas merecen ser considerados como friquismo despendolado.
Gracias, D. Epi, por sus aclaraciones siempre acertadas.
Le leo en El Mundo y admiro su cultura y su ironía.
Alguna vez –pocas– discrepo de su opinión, pero siempre encuentro sus artículos interesantes y sus razonamientosme, si no estoy de acuerdo con ellos, al menos me hacen pensar.
Su último artículo en El Mundo «Y dos huevos duros» me ha gustado mucho. En contra de la opinión de mucha gente, yo también le auguro corto recorrido al fenómeno Podemos. Van a morir de éxito.
No me resisto a dejar aquí un titular de EM que, como una perla falsa, se colgó ayer el Coleta: «El problema no es que arda un contenedor, sino buscar comida en los contenedores».
Está clara la fórmula: una parte de verdad y dos de demagogia. Un cóctel abrasivo. No arde un contenedor, sino que va ya por unos cientos. No por los desesperados que se alimentan de las migajas, sino por los pirómanos de oficio de siempre. A las barricadas cuando se trata de derrocar al tirano, no cuando existen alternativas sin recurrir a la violencia extrema.
¿O no son pueblo los vecinos aterrorizados, los enfermos agravados hasta el límite por el miedo, los infantes insomnes desesperados en su llanto?
Los podemistas que aceptan las reglas del juego, al menos las más elementales, y participan de él no pueden ni deben expresar palabras de justificación y apoyo a quienes queman el tablero y pisotean las fichas.