La Audiencia de Madrid ha dado luz verde el “escrache”, que es como ahora se llama, usando un conocido argentinismo, a lo que toda la vida se llamó acoso o, si se prefiere, coacción. No ve en el hecho de acosar a personajes públicos o privados en la mismísima puerta de su casa, injuriarlos y coartar su libertad de movimientos, ningún delito: la “coacción” es otra cosa, dice. Por el contrario la Audiencia de Sevilla sí cree ver en el acoso a la familia de un parricida indicios de “acoso” y, en consecuencia, algo reprobable y muy lejano de ese concepto de “mecanismo de participación ciudadano” que consagraron los ropones madrileños. Hay en España hoy un cuerpo organizado de “escrachadores” dispuesto siempre a dar la bronca al acusado –presunto o convicto, da lo mismo– pateando los furgones policiales y si posible fuera darle un empellón en nombre de una imaginaria justicia popular. Fuenteovejuna, vamos, Lope en estado puro, “vox populi vox Dei”, que dice la petenera aunque la sentencia se remonte a Alcuino, el de Carlomagno, justicialismo premoderno y montonero al que pusieron nombre los peronistas abriendo un término que, en origen –mi diccionario de lunfardo, el José Gobello) no deja dudas al respecto—significara la pura violencia o, bien aludiera, no se pierdan la ironía, al timo de la estampita. Veremos en que queda la discrepancia judicial pero parece de cajón que en algún momento –acaso cuando se produzca algo irreparable—la Justicia habrá de parar esa riada de violencia espontánea (o no tanto, cualquiera sabe) que vulnera sin remedio el derecho a la intimidad. No sé qué opinarían sus Señorías si los escrachados fueran los jueces en sus domicilios, pero no albergo la menor duda de que esa clase de “participación” no es la que desde los griegos en adelante han contemplado las democracias.
Estamos alimentando la demagogia con interpretaciones pintoresca como ésta de llamar “mecanismo de participación ciudadana” a lo que no es más que un violento acoso de toda la vida, por más que los tertulianos se dividan y pleiteen entre ellos como si la privacidad fuera negociable o el ejercicio de la justicia pudiera estar en manos de cualquier patulea. Ningún euforizante tan grato a la masa como el imaginario derecho a acosar y coaccionar al famoso a la sombra de un derecho demótico que nunca existió. Esperemos, pues, a que los jueces se pongan de acuerdo sin necesidad de que los fuerce algún accidente que ya no tenga remedio.
Hoy difiero con la apreciación del Anfi sobre los escraches. Voy a copiar, perdonen, un párrafo de “La doctora Cole”, la tercera novela de la saga que comienza con “El médico” de Noah Gordon. (publicada en 1995)
Ya había una docena de manifestantes con pancartas y, en cuanto R. J. comenzó a subir las escaleras, se pusieron a abuchearla y a blandir las pancartas ante ella. Uno de los manifestantes llevaba una que ponía: “JESÚS LLORÓ”…/ … Identificaron su coche casi inmediatamente . Las llamadas telefónicas a su casa empezaron apenas dos semanas después: insultos acusaciones, amenazas…/ … “Vas a morir, asesina. Tu casa arderá, pero no verás las ruinas humeantes porque tú estarás entre las cenizas…”
La doctora Cole practicaba abortos legales. Ocurría en uno de los tantos Springfield de USA. No en la Argentina.
Yo estoy más bien en la actitud de don ja, porque una cosa es manifestarse contra el aborto y otra muy diferente acosar a personas o personajes EN SU DOMICILIO,. Eso en derecho se llama coacción.
Nota bene: la magistrada que ha adoptado esa decisión en la Audiencia de Madrid es la misma que cargó contra los abortistas por exhibir y feto (juguete) con el nombre de Bibiana Aído…
M
A mi parecer, es un poco forado discutir sobre un fenómeno que habla por sí solo. ¿Cómo aceptar que la libertad de un tercero incluya la de no dejarme vivir a mí en paz? Es ilustrativo el detalle sobre la juez que proporciona nuestro ilustre Ropón, pero en todo caso creo que estamos ante una de esas extravagancias cada día más frecuentes en la atmósfera perroflautista. Creo que además de coacciones, estas «agresiones» deberían ser consideradas desde el Orden Público, cuya alteración lesiva para terceros no se puede poner en duda.
Yo organizaría una asociación de escrachadores a jueces.
¿No es vergonzoso que sea tan cierta la frase: «todo dependerá del juez que te toque».? Da la impresión de que la Ciega, no solamente es tal, sino que muchas veces es violada por el jayan(a) de turno.
Esa sentencia no sienta jurisprudencia, no se olvide. Yo creo que se trata más bien de una ocurrencia seguramente inspirada por criterios ideológicos. ¿Hubiera dicho lo mismo esa jueza si «escrachan» a Rubalcaba?
¡¡Patétika la Fanta segunda, desantenta al parné y atenta solo a si su duque está o no em…palmado!!
¡¡Patétika la IU con los plutarquitos Cayo Lara/Gordillo; Maíllo/Valderas, el que habla de zucesiones y zusezos…etecé!!
¡¡Patétiko el PP-A deshojando margaritas a ver quién pierde ante la Susa!!
¡¡Patétika la Gorda Susanita, defendiendo en un sitio la indisolubilidad de Ssspaña y dándose el pico con Arturo MasoMenos!!
¡¡Patétiko el que esto escribe ocultando su cotidianeidad!!
Muy desafortunado el comentario anterior y sin nada que ver con la columna. En cuanto a mí, me parece puesta en razón ña que informa a ésta, como suele. No se puede atosigar a las personas y menos perseguirlas hasta su casa, lo diga esa señora Juez o el cartero de su casa.