Al duque de Palma, de soltero Iñaki Urdangarín, lo están friendo vivo. La Fiscalía Anticorrupción ha solicitado que se le imponga una fianza de ocho millones de euros a medias con su socio, pero nadie se alarme porque mucho más gorda se la pusieron a los presuntos de los ERE y las prejubilaciones falsas (la fianza, me refiero) y ya andan todos por la calle. Urdangarín ha obrado mal, muy mal, desastrosamente mal, sobre todo porque sus coimas y manguis han comprometido nada menos que a la Monarquía felizmente reinante y eso convierte su caso en una cuestión de Estado. No en vano el morbo que anima a la “apicarada pelambre”, como diría Valle, no es tanto verlo a él arruinado y con la bola en el tobillo, sino, a ser posible, asistir al ingreso en prisión de su consorte la Infanta. No, no estoy tratando de distraer la atención y menos de justificar al real presunto, pero es que, fíjense, parece como si Urdangarín fuera el único mangante en este país que ha hecho del tráfico de influencia un requisito habitual del negocio. Respetuosamente hay que recordar que el propio Rey, que ha aparecido en listas de potentados actuales, hubo de vivir con lo justo hasta la muerte del Dictador que lo “instauró” –igual que vivió su real familia de la liberalidad de algunos monárquicos españoles que hasta le dieron techo generosamente– o que, ya en plena democracia, aceptó un yate de aquí te espero de un grupo de empresarios españoles, por ejemplo. ¡Coño, que es que parece que Urdangarín hubiera inventado el juanguerrismo o que fuera el único obligado a devolver la pasta mal afanada que aquí no devuelve ni dios! ¿Por qué tratar con tan mal rejo a este espabilado si va a ser el único, probablemente, que devuelva un chavo en este país de las Filesas, los Vera, los Gürtel, los Conde, los Mata, los Pujol y los Mas, las Mallorcas, las Valencias, las Marbellas, los ERE y las prejubilaciones falsas o el tocomocho de las tragaperras?
No cabe duda de que Urdangarín merece una dura reprobación y un castigo ejemplar, pero ni más ni menos que los demás ciudadanos españoles. Eso es lo que quiere decir que la Ley es igual para todos. Lo otro es pura venganza, ajuste de cuentas clasista, morbo ancilar o lo que ustedes quieran, menos Justicia. Y no es el primer caso, desgraciadamente ni será el último. El ídolo caído es siempre para la basca un bocado exquisito. Ustedes me dirán si a eso hay derecho.
Una voz sensata en medio de algarabía. ¡Albricias!
No sé que es lo que le impulsa a nadar río arrioba, a contracorrientes, en lugar de ponerse del lado de la opinión, que es lo que da dinero. Aprenda de la mayoría de sus colegas, tan acordes con la Opinión Pública, que se diferencia bien cpo, muchas veces, de la vecina del tercero que sale en el telediario. Celebro esta muestra de independencia de criterio: caiga todo el peso de ley sobre Urdangaría, pero ni un gramo más.
Valiente la alusión a la fortuna del Rey. Sin esa referencia no se entendería posible la aventura de este mozo vasco.
La basca, sé lo que digo, al menos la que el Anfitrión suele nombrar como tal, le tiene muchas ganas, no ya tanto al monarca, al que suelen dar por amortizado, sino a la generación del letizio, de la intrépida caballista y no digamos ahora, a la esforzada trabajadora de la Caixa.
Le recriminan al Corona que, cuando empezó a oler la podre, en vez de poner firme al deportista, utilizó el viejo truco mafioso de quitarlo de en medio, poner el océano como trinchera, valiéndose de sus influencias con el de los teléfonos.
Basta que el juez se deje llevar por la ola, por el populismo y darle algo de salida a tanta tirria con todo lo que huele a zarzuela (de mariscos muy pasados).
Creo que lleva razçon y confieso que hasta ahora me habia dejado llevar por la corriente masiva de opinión. Hay que reconocer que la fechoría es tremenda.
Grandes verdades van dichas antes de llegar yo pero he de añadir que no se fíen: verá que en cuanto vean al Rey y sus allegados bajarse de un coche se abalanzan como tigres las multitudes opara tocarlos como si fueran a curarlas escrófulas. El pueblo llano se enoja tan fácilmente como se entusiasma. Don Epi no debe poner su ilustrado croterio a la altura de éstas.
Me parece acertada la opinión expresada por nuestro Prof: las masas son veleidosas. La columna lo sugiere cuando habla de las razones más bien espurias que mueve el celo vindicativo de la opinión masiva, y a mí me ha hecho mucha gracia lo del «morbo ancilar». Eso no quiere decir que lo apuntado por don Epi no sea acertado, pero también es verdad que los mitos son como el Ave Fénix, no se olvide.