Va a ser larga la porfía a propósito del acuerdo –mejor sería, a mi entender, hablar de “concesión”—entre el Gobierno israelí y la organización terrorista Hamas. ¿Es lícito negociar con terroristas, es más, puede tener sentido político acceder a las desmesuradas demandas de los bárbaros –cambiar un soldado por mil terroristas– dadas las circunstancias? No es posible discutir que ese cambalache, no sé si justificado o no, resulta, al menos a primera vista, una decisión tan extraña que evoca la bajada de pantalones y, sin embargo, hay que suponer que en ella se esconden secretas razones que tal vez le Gobierno mismo ha sido el único en poder valorar debidamente. Lo de Jerusalem no es fácil ni nunca lo ha sido, probablemente tampoco lo va a ser en el futuro. Al tiempo que surge la noticia, leo recién salida del horno “Jerusalem” (Édts. Calmann-Levy), la obra de Simon Sebag Montefiore, un inglés de ascendencia hebrea, que ha acometido la tarea de ofrecer la película completa de ese enclave sagrado por el que han desfilado uno tras otro cananeos, israelíes, asirios, babilonios, persas, griegos alejandrinos, romanos, seléucidas, bizantinos, yihadistas árabes (todos: omeyas, abasidas y fatimíes), cruzados europeos (ojo al orden), turcos, británicos y jordanos antes de volver a manos judías. ¿Es posible la paz en una ciudad que reclaman como propia las tres grandes religiones del planeta y en la que, en consecuencia, todas están condenadas a luchar o a convivir? ¿Cabe en cabeza humana la fórmula de Simon Peres, aquello de “una ciudad con dos Estados, en la que los barrios árabes serán palestinos y los barrios judíos serán israelitas”? A uno le cuesta aceptarlo, ésa es la verdad, más allá del deseo ferviente que paz que pueda profesar, pero en cualquier supuesto lo que está claro es que esa hora feliz –acaso “de los tiempos finales”—aún no ha llegado ni tiene trazas de llegar. La vuelta a casa del soldado Guilad Shalit, todo un símbolo sin duda, rechina ásperamente contra la opinión general de que su precio –mil terroristas convictos—supone una humillación y, sobre todo, un riesgo. Netanyahu se la ha jugado a una sola y generosa carta. Sólo por eso merecería la mejor suerte.
Unos y otros, amigos y detractores, habrán de tener en cuenta en el futuro esta jugada excepcional que, al margen de porfías maniqueas, echa por tierra muchos tópicos. Y observar con detalle si se cumple esa predicción estadística que asegura que más de la mitad de los terroristas excarcelados acaban reincidiendo. Porque lo que ya no resulta posible es conquistar Jerusalem en plan David o Adriano. Si acaso quedará la fórmula Tito y en ésa mejor ni pensar.
Con una sencilla pregunta, esta mañana en la radio, ja ha sacado de sus casillas al ministro Jáuregui.
Es lógico, una pregunta cruda es indigerible. Y eso que Jáuregui tiene tragaderas probadas. ¿Se acuerda alguien de la cescat con cal viva que un etarra le puso ante su escaño en el Parlamento vasco?
Ya se arrrepentirán, sean los que sean csus cálculos actuales. Y preparémosnos para cuando de aplique aquí esa fórmula a los etarras.
Tengo ganas de ver el libro que recomienda. Entre tanto mi opinión es que este trueque es absurdo y temerario, jugarse el todo por el todo. No dudo que Netanyahu tendrá sus rapones pero a ver cómo se las explica al pueblo (¡y a las eventuales víctimas!) si esos liberados vuelven al crimen y al asesinato. Con esta gente es in´ñutil pactar, sobre todo cuando el trato descredita a la propia Autoridad Palestina a la que antepone un grupo terrorista como Hamas. Mirenos nosotros aquí a lo que ocurre en San Sebastián y tentémonos la ropa.
Oí también la intervención del anfitrión en la tertulia con Jáuregui. Pocos pueden permitirse esa independencia.
Sdos
No vamos a descubrir ahora la independencia de jagm y menos su valor para enfrentarse a un palabrero como
jaúrehui.
Difícil problema, amigo, mala disyuntiva. Si uno hace cosas malas, el otro las hace peor. Pero en este caso el comentario que usted hace apunta en la única dirección correcta. ¿Mil criminales por un rehén? Imagino que las presiones USA deben de haber sido fuertísimas a no se ruqe Netanyahu se esté cargando de razón…
Un mal negocio, como el que esta mañana han etado comentado ustedes en la tertulia de Carlos herrera, antes de que por poco manda usted a freir monas al ministro de la Presidencia, que es lo que le ha faltado. Y con toda la razón del mundo. Hay que vestirse (los hombres) por los pies.
El majete de las Vascongadas dio en hueso, muy templado, mucho asiento