Le han hecho un homenaje cumplido a Aquilino Duque entre varias instituciones de Sevilla, un homenaje merecido a quien muy probablemente es el escritor señero que la ciudad tiene en esta generación. He seguido a Aquilino desde que, hace mucho, mi maestro Maravall me recomendara vivamente un texto suyo que iba a salir en la Revista de Occidente, o quizá desde poco antes, cuando Eladio Cabañero me regalara una antología en la que asomaba un poema hermoso que Aquilino considera un “pecado de juventud”, y después no he dejado de leer sus ensayos y, sobre todo, sus novelas, esa memoria viva e insobornable de la vida española ilustrada con el eco cuidadoso de la europea que él –en Austria, en Italia, en Inglaterra…– tuvo ocasión de conocer de cerca sin intérpretes ni mediaciones. Pocos espíritus he conocido tan independientes, tan cimarrones –mi abuelo decía “trescarajistas”—como el de Aquilino Duque, un liberal-conservador, así como entreverado de Valera y Alcalá Galiano, indiferente a la crítica, cosmopolita discreto y narrador implacable en el que no es difícil percibir, sin embargo, un franco sentimiento compasivo. Se puede ser hombre de bien sin ser demócrata y a Aquilino, una cierta pulsión aristocrática le permite, yo diría que lo impulsa a proclamarlo, como quien no quiere la cosa, no me cabe duda de que desde la más clara conciencia. ¿Quién, excluidos los cafres y los paniaguados nostálgicos, osa decir hoy públicamente que, bien mirado, el franquismo dejaba al menos una salida y que esta partitocracia no pasa de ser, como diría Valle, “un albur o un barato”? Desde posiciones muy distintas, a muchos no nos queda otro remedio que respetar esa insolencia que más que irritar debería contribuir a una autocrítica en línea con el orteguiano “No es esto, no es esto”.
Aquilino vive en el campo, enterrados en libros y rodeado de frutales, como antes ha vivido en las Europas de la postguerra, fiel a su obsesiva vocación debeladora, a su intenso gusto por la memoria, esa guía irrenunciable, que el maneja como un entomólogo, clavando el alfiler de su ironía en la cabeza de nuestra malconocida mariposa. Firme, intransigente incluso, áspero cuando se tercia (que se tercia), fino siempre desde su medida diplomacia, solícito o despectivo, según, memorioso siempre. Y libre. Tiene derecho a replicar, como Camus a Simone de Beauvoir, “si la Verdad es de derechas, yo soy de derechas”. ¿Y qué, a ver?
Extraño y generoso elogio de un escritor que se ha distinguido por su talante no democrático. Pero si don ja lo avala, aquí hay uno que se propone conocer sus libros lo antes que pueda, porque hay pocas in justicias como la de condenar a un escritor de oídas. Una vez más, ja desafía a la opinión y dice lo que piensa sin titubear, con énfasis incluso. Es cosa de agradecer.
Una demostración de independencia de criterio. Duque es un prosista y ensayista y poeta muy premiado, que mantiene posiciones ·»incorrectas» en política. Creo que la intención de jagm ha sido la de enfrentarse a la mediatización de la conciencia pública y distinguir entre la obra, la personalidad y las tendencias políticas de un escritor.
Creo recordar que este hombre fue premio nacional de Literatura, yo solo he leído de él dos novelas, El mono azul y otra cuyo título no recuerdo, que trataba del ambiente español de la postguerra con un personaje aventurero y real, todo muy interesante. Creo que la intención de esta columna no es demostrar un mérito sino alabar la independencia de quien «va por libre» es decir, no se ajusta a lo políticamente correcto.
Pues me lleva usted una de ventaja, mi don Marción, que solo leí El mono azul. Por supuesto que coincido con las opiniones de que ADuque es un espíritu libre y se la suda, con perdón, que lo tengan y etiqueten como no demócrata, hoy que tantos lo son de boquilla.
Recuerdo que hace poco, Duque soportó la soflama de cierta progresía por organizar un homenaje literario a Foxá, y por supuesto suscribo –sin compartirla– la actitud rupturista y valiente que mantiene contra lo divino y lo humano cuando uno u otro no encaja en su noción de la libertad.
Si ese señor es como tu dices, enhorabuena ¡¡¡por una vez!!!!! ya que me figuro que estará en las antípodas políticas.
Habla usted de un gran escritor, sí señor, y lo hace muy justamente. Leyendo su columna me parecía haberla escrito yo mismo, que tantas he escrito…
Conozco un par de obras suyas que TU me prestaste en tiempos, siempre tan empeñado en divulgar lo que aprecias y más si es de tu tierra. En cuanto a lo de la postura política…, en peores plazas hemos toreado, querido, eso es seguro.
No conozco a este señor pera me dan ganas de descubrirlo.
Un beso a todos.