A medida que encoge la perspectiva electoral y, con ella, la cesta de cargos disponibles en manos del “aparato”, crece la fronda en el PSOE. En Almería, en Córdoba, en Cádiz, en Jaén, en la propia Sevilla, la batalla por las listas ha madrugado disfrazada de discrepancias ocasionales, situando al partido hegemónico en la peor situación de todo el periodo democrático, entre otras cosas por la clamorosa falta de liderazgo. Por lo demás, por lógico que parezca el designio de renovar generacionalmente el partido –los hay que llevan tres decenios en el coche oficial–, tampoco hay duda de que los sustitutos elegidos –los “ninis” de Griñán– no dan ni de lejos la talla requerida para una operación semejante. Es difícil que éste logre conjurar esa fractura en unos pocos meses. No lo es, en cambio, que al tiempo que se agencie la derrota, consiga destruir el partido de los años 70.