Cuando oigan a un político predicar “tolerancia cero” aguarden antes de acreditarlo a que terminen los discursos, pero si se trata de la ministra Montero dándole a la martingala publicitaria, ni se molesten. Ayer mismo se volcó en Osuna para acusar al PP, que es lo suyo, de aprovechar el torbelllino del “caso Mediador” –otra vez manguis concelebrados en la mancebía, y van ya no sé cuántos—para “hacer ruido” con objeto de sembrar la desconfianza pública e impedir (no se pierdan la ocurrencia lírica) que se oiga “la música de la política”. Ah, y prometer máximo rigor contra esos “garbanzos negros” que, ciertamente, rebosan ya en la olla podrida, actitud que contrasta –por más que se respete la presunción de inocencia– con su gesto de proporcionar abogados desde el partido a los diputados presuntos. Lo mejor de Montero es su excitado lenguaje no verbal, no cabe duda.