No habrá en la próxima campaña baroncillos que se bajen al moro para respaldar a Juanma Moreno, el presidente imprevisible que se ha hecho a sí mismo en un tiempo récord. Será él solo quien aparezca en público para pedir el voto, convencido por los sondeos de que el triunfo será suyo sin necesidad del auxilio externo. Vamos, que renuncia al taca taca, acaso porque, aunque sea de oídas (él es joven), no olvida que desde Madrid igual te entronizan que, llegado el caso, te defenestran. ¡Que se lo pregunten a Escuredo o a Borbolla! Tiene a su favor el insólito récord que supone romper aguas sin un solo baldón judicial y no pocos éxitos de gestión. Y en todo caso, uno cree que ya era hora –y resulta, además, bien significativo– de que un candidato a presidir la autonomía no necesitara de padrinos.