En Madrid le han preguntado públicamente al Presidente de Andalucía –la trampa saducea acecha siempre—por el “caso”, de momento meramente murmurado, de la alcaldesa de Marbella. Y el Presidente ha respondido que, de momento, no hay nada que opinar porque no hay tal caso: ni imputaciones, ni siquiera investigaciones que le afecten: los cargos contra su marido y su hijastro son, por ahora, otro cantar. ¿Lo ven? Vaselina sobre los incontables “casos” de un lado y leña al mono rival hasta que aprenda inglés. Es el efecto de nuestra mala fama convertida ya en hecho folclórico después de tantos enredos, pero no estaría demás, supongo, recordar anteriores fiascos inquisitoriales como el que liquidó en vida a Rita Barberá o ha arrastrado por los banquillos, hasta el momento sin una sola condena, al expresidente Camps. Andamos desprestigiados, eso es todo. Moreno hace bien en no entrar a esos trapos.