Este verano no le ha tocado a “Nessie”, el monstruo del lago Ness, el protagonismo periodístico. Ya ha habido bastante con la tragedia de Barajas, con la nariz de Letizia, con el presunto enamoramiento de la duquesa, con la guerra de Osetia, con la crisis que nunca existió, con las cornadas de José Tomás y con el ‘scoop’ de ZP proclamando a que Aznar fue un gran presidente. Esta sociedad no es la que era, evidentemente, y para corroborarlo ahí está esa información saturada que nos invade por tierra, mar y aire, mezclando inextricablemente guerras, amores, tragedias y pamplinas. En el lago sueco de Storsjö parece que, además, han filmado –por primera vez con garantías técnicas—la imagen del famoso monstruo que hace tres siglos largos alimenta la imaginación de los campesinos y la fantasía de los turistas, y que ha resultado ser un sujeto alargado, cubierto de protuberancias y con orejas/aletas replegadas sobre una cabeza de sugestión perruna. En pleno XVIII un espíritu crítico tan severo como el padre Feijóo daba por comprobada y cierta la noticia del “peje Nicolao”, el hombre-pez de Liérganes que, habiéndose lanzado un buen día a las aguas cantábricas como un personaje cualquiera de Lövecraft, acabaría siendo “pescado” por unos marineros en la bahía gaditana y devuelto por el concejo a su lugar de origen con toda formalidad. A este, al sueco, van a vigilarlo ahora también bajo las aguas heladas del invierno con la intención de determinar, de una vez por todas, su entidad y circunstancias, pero este verano ya ha dado de sí bastante pues la comarca en cuestión se ha visto abarrotada de curiosos hasta desbordar su capacidad hotelera. El verano es tiempo propicio para quimeras, está visto, aunque es bien cierto que el monstruo, en este planeta desacralizado y postmoderno, está perdiendo por la vía rápida su antiguo monopolio de la rareza y la expectación.
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La verdadera “serpiente de verano” hace unos años que es ese recurrido tema de la “vuelta al trabajo”, ahora considerada causa de un síndrome con todos sus avíos sobre el que se inclinan curiosos psicólogos y ergonomistas. Conquistado e incuestionable el derecho a la vacación se plantea ahora el que asiste al trabajador a resistirse a volver al tajo, abriéndose paso cada día más aquel “derecho a la pereza” sobre el que disertó con tanto tino Paul Lafargue, el yerno de Marx, pero contra el que ahora se levanta como una hidra la UE reclamando inhumanas jornadas de trabajo. Cada verano vuelve el tema al debate, y cada vez más recargado del hechizo que emana el instinto de ocio, en sorda pugna con las exigencias de una sociedad productivista nunca contenta con el resultado del trabajo. Las vacaciones han devuelto al ser humano –ese esclavo bíblico– el gusto por el ocio, le han hecho redescubrir la primigenia naturaleza pasiva del hombre, la olvidada ‘perrea’ del primate que sestea en su alta rama como si la vida no fuera más que un eterno recreo o una inevitable espera, y con ello su derecho superior al que rige las leyes del esfuerzo desde que fracasó el Edad de Oro. Realmente es admirable la cantidad de bobadas que hay que oír cada final de verano a propósito de este fenomenal equívoco del que se ha llegado a hablar como de una enfermedad y ante el que las propias empresas han adoptado medidas paliativas, no sé si curándose en salud o sugestionadas ellas mismas por la magia mediática. Desde la tumbona en la playa, aliñado en el chiringuito, preso en el atasco de la carretera, nos llega la voz del nuevo revolucionario con el cante de la infamia del trabajo e insinuando el futuro derecho a la post-vacación como santo y seña de un nuevo humanismo laboral. El currelo es un castigo, estamos de acuerdo. Más difícil sería creerse lo del monstruo y ya ven que funciona a la perfección.
COMO YA LE ANUNCIABA DON JOSE ANTONIO A PARTIR DE HOY 1 DE SEPTIEMBRE SOY UN CLIENTE MAS A ADJUNTAR A SU LARGA LISTA DE ADEPTOS, PERO UNO DE LOS POCOS QUE NO VUELVE DE VACACIONES Y QUE CONSIDERA EL TRABAJO UNA BENDICION DIVINAMENTE RELIGIOSA
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Magnífica reflexión en medio del balido colectivo. ¿Qué querra decir que uno tiene dificultad para volver al trabajo? Antes volvía la gente loca por contar sus experiencias, ahora vuelven pasando previamente por casa del psicólogo. Ay, amigo don ja, cuánto cuento. Tenemos la productividad más baja de Europa y querríamos vacaciones hasta diciembre… para empalmar con Nochebuena.
(Dados mis progresos en la lengua de Rosalía y Cunqueiro, ustedes comprenderán que utilice algún nombre difícil como el que antecede. Lo que comenzó como una forma de despistar a los mastines del kgb andaluz, se ha convertido en un divertido -al menos para mí- entretenimiento. Sorry por el ombliguismo).
Como servidora se ha levantado hoy greguerramoniana, ahí que van esas pel.las:
* el home-peje del P. Feijóo -Liérganes cae cerquita de el Sardinero, para mayor confusión- bien podía sufrir un síndrome dermatológico conocido como ictiosis, que fácilmente interpretarán los ictiófagos que saben su mijita de clásicas. Crear una leyenda bucólico-urbana sobre el fenómeno estaba al alcance de cualquiera. (Podía estar en Cái, judiéndole a la pira de la Santa I).
* la dicotomía otium/nec-otium se resuelve según cómo y según quién (esto es galego puro. O sea, que depende). El ama de casa que vuelve de un apartamento pequeño, incómodo, con la lavadora que va cuando quiere y un frigo que la obliga a hacer cola en el súper día sí, día sí, aguantando el rascarse del maromo en el sofá y temiendo cada noche que a la niña se le olviden las gomas y luego no sepa quién es el padre, el síndrome postvacacional debe sonarle al allelujah de mi don Haendel a tutta orchestra.
* la perrea del primate me ha traído a la cabeza –no me digan racista, y si me lo dicen po vale, po m’alegro- que en África, donde la miltatarabuela australopitheca Lucy, lo normal, cielos, horreur, es que sobre las mujeres recaiga todo el peso de la carga de trabajo, mientras los dueños de las negras serpientes, pasan el día acuclillados, charlando, fumando y risoteando.
La bienvenida, mi don Vicente, y que se haga fijo, que aquí no se paga seguridá sosiá. Pero por favor, NO GRITE, escribiendo todo en mayús.
Besos para todos.
Se dice que el león trabaja un día para cazar un búfalo y luego se tiende durante seis días a comérselo, descansando. En cambio nosotros, civilizados, trabajamos seis días para descansar el domingo. Y encima a veces el león ni caza, sino que envía a su fémina a hacerlo mientras que él cuida su melena. Creo que no se queja de stress post-vacacional. Ni siquiera de su vida amorosa. Hay que trabajar como leones, se dice.
Gracioso, como siempre, ingenioso más bien, tal como los comentaristas. Lo de don Chic esta vez de 10. Un abrazo y a ver si se produce de uan vez la rentrée.
Grasioso, sin, que me gusta, sí señor! Un plasé leelo a todos, y mucha felisitasiones a don Visente por sus elecsión.
Besos a todos.