Que “nunca segundas partes fueron buenas” está quedando cada vez más claro en el post-anguitismo y tras el lamentable relevo generacional sufrido por el PSOE. Se oye una y otra vez la metáfora de los “pollos sin cabeza” referida a esa legión pipiola de sobrevenidos que lidera el batiburrillo de las Izquierdas en una Andalucía en clara transición. Aunque la razón de ello habrá que buscarla también en el fracaso de un populismo radical sin mayor bagage ni mínima estatura política, no es dudoso que este bandazo histórico se debe más que a nada a la implosión de una socialdemocracia tan responsable de graves errores y atropellos como acreedora de múltiples logros. Anguita y Guerra se jubilaron “ab intestato” y eso ha tenido un grave precio que habrá que pagar ahora con intereses.