En sintonía con la ya célebre ‘web’ española cínicamente llamada “El rincón del vago”, un grupo de presuntos educadores franceses han colgado el jueves pasado en la Red, sólo durante tres horas, una propia bajo el título “faismesdevoirs.com”, es decir, “haz mis deberes”, enseguida contestada con energía desde el propio ministerio y los sindicatos del ramo, en aquel país mucho más vigilantes y eficaces que en el nuestro. Se ofrecía en ella, en efecto, vender a los alumnos de liceos y colegios los deberes de clase a cambio de un precio que oscilaba entre los 5 y los 30 euros, ofrecimiento tan exitoso que, en esas breves tres horas, permitieron recibir a los organizadores nada menos que 80.000 conexiones, a cuyos autores se proponen ahora devolver lo recaudado en tan extraordinaria demostración de fraude e indisciplina social. No parece discutible que la Red va a ofrecer difíciles, quizá insuperables aspectos a esa disciplina y, en particular, a todo proyecto docente que se base, como no puede ser de otra manera, en el eterno sobrentendido del trabajo, redefinido por la Ilustración de manera tan tajante. En el flamante libro de Carmen Iglesias hay un capítulo de sumo interés en el que se repasa la aportación ilustrada que desde Francia (Montesquieu, Diderot, Rousseau, Voltaire, Condorcet…) llega a la España escindida pero rebullente de los Meléndez, Feijóo, Jovellanos, Arroyal, Foronda, Rentaría, etcétera, que desarrollan la fecunda influencia de Locke en el terreno de una educación que es concebida, sin excepción, como un ejercicio de reforma y perfeccionamiento humano basado… en el esfuerzo. No hay saber sin esfuerzo. El saber se debe siempre a un impulso individual, a la “ascensión de la Caverna platónica”, y no a alguna revelación gratuita.
Parece decidida la sustitución de este principio en una cultura postmoderna que tiende a considerar expletivos los conocimientos no indispensables, es decir, los ingenuamente llamados “prácticos” por contraposición a los “teóricos”, sin contar con que esta misma globalización cibernética, tan huidiza e impune, dispone ya de múltiples contactos que proporcionan no ya ejercicios o tareas cumplimentadas sino títulos con todos sus avíos. Algo que, en definitiva, no debe extrañar demasiado en un país en el que el jefe de la Guardia Civil falsificó los suyos sin que nadie le exigiera la imprescindible compulsa. Pero esa tendencia al fraude no es espontánea ni casual, sino que deriva culturalmente del manifiesto desdén por el esfuerzo y del prestigio golfo del fraude. Los viejos tónicos de la voluntad son hoy simple antigualla. Por un módico precio, esa voluntad te la sustituye un estafador que se anuncia impunemente en Internet.
Pues sí, en ‘el rincón…’ hay miles de trabajos, desde Aeronaútica y Aviónica hasta Salud, Sociología o Teleco, ordenados por orden alfabético. Si yo les digo que a veces acudo allí en busca de una determinada información, mejor que a la wiki, pueden pensar lo que quieran, pero así es. Lo lamentable es que algún vago se limite a un rápido copy/paste -que es de gratis total, no como el referido, en una especie de trabajo cooperativo y altruísta- y el envés de la cuestión es que los profes con cierta experiencia ya tienen sus propios programas de rastreo en la red, para ver si sus alumnos han sudado un poquito la camiseta o se han limitado a cliquear en los más diversos rincones .
Ni Juanillo ni don Juan. Ni memorizar tochos infumables ni limitarse a vaguear por el gúguel y compañeros mártires. Se sacaron de la manga quienes ustedes y yo sabemos, lo de el aprendizaje ‘comprensivo’ y ahora para cualquier cosa, créditos, nota y así, es suficiente ‘presentar un trabajo’. No hace mucho me asomé a un ‘trabajo’ ¡colectivo, para más inri! que presentaban unas alumnas en una facultad, no diré cual, en que se trataba del estudio de los ritos funerarios en determinada región de la VAndAlucíA aislada, se hacía una breve introducción ambientada en la zona y se concluía -la mayor parte del tarbajo- con una entrevista a un manda de ¡¡el tanatorio de una gran ciudad!! Se quejaban las artistas de que la nota, aprobado por supuesto, era algo baja. Le digo a usted, guardia…
Personalmente me parece estupendo que los alumnos utilicen también el web para hacer sus trabajos. A veces hasta les explico como copiar inteligentemente. Lo primero es leer y entender lo que copian. A partir de ahí yo ya considero que el trabajo no es inutil.
El profesor tiene varias opciones, una es no dar un tema ya tratado tal cual, otro es exigir un resumen de cada parte, por lo menos así una está segura que han leido y comprendido lo que han «copiado». Yo les pido que me resuman en español lo que han escrito en francés y vice versa. Tienen que cambiar de lengua en cada parte.
De todas formas ¿cuál es el interés de copiar trabajos tontamente ? Un día u otro tendrán que pasar un examen y ese día no tendrán a google para ayudarles.
Besos a todos.
Releo con gusto lo de ayer, y ahora, esta columna inteligente y valerosa que dice lo que poca gentes es capaz de decirle a la sociedad, a los padres, a los niños, a tantos intereses creados. Sin esfuerzo no hay saber: no hay mejor resumen. Mucxhas cosas que estamos lamentandi día tras día se remiten a esta cuestión tan sencilla como combatida.
(Mi don Páter cuelga esto y aparece en los chorizos y jamones de Valverde. Espero no molestar si lo traigo a su sitio. Denada.)
si ni siquiera hay un control sobre la eleccion del centro donde puede estudiar tu hijo, es mas lo que hay es un descontrol, que clase de educacion esperamos por parte de los gobernantes para aplicar y dar ejemplos a los chiquillos