Algo se mueve en la UGT, el más que centenario “sindicato hermano”. Y si no, ahí tienen a ese candidato a la sucesión regional diciendo que, sin percatarse siquiera, la organización se ha quedado obsoleta en medio de un modelo sociopolítico caducado. “UGT nunca va a ser una empresa de servicios –ha dicho el candidato—ni nunca debió dejar de ser un sindicato de clase para intentar transformarse en una empresa de servicios”. Se puede decir más alto pero no más claro, sobre todo en este momento en que los síndicos han quedado a la altura del betún forzando su seguidismo del Gobierno ante el fracaso de los 400 euros famosos. A lo mejor éste es el principio de lo que tantos esperan desde hace mucho de ese sindicalismo verticalizado que no representa más que a un puñado de trabajadores.