España es hoy por hoy un país demediado. Lo que les digo y más. Fíjense y vayan tomando nota, ya que, por mi parte, he ido confirmando uno a uno los datos que ofrezco. La mitad de los españoles sólo tiene la educación obligatoria, lo que los sitúa quince puntos bajo la media europea. La mitad no confía en el talento sino en el “enchufe” como medio para conseguir un empleo. La mitad de los que contraen matrimonio se acaba divorciando, un alto porcentaje dentro del primer año. La mitad cree que el problema del paro irá de mal en peor al menos durante una larga temporada. La mitad carece de cualquier tipo de ahorro, la mitad está convencida de que la pensión será insuficiente para vivir y la mitad cuenta con seguro de deceso. La mitad sufre estrés a menudo. La mitad padece alguna enfermedad digestiva o patología anal. La mitad, a pesar de nuestra precaria salud dental, no va al dentista en su vida. La mitad sufre estrés a menudo. La mitad es mileurista. La mitad no confía en los demás y consta que, en efecto, uno de cada dos españoles fue engañado al menos una vez en 2010. La mitad es calificada sociológicamente de pobre o de clase baja, clamorosa evidencia del fin de la crisis, tal vez final, de la clase media. La mitad, según el propio INE, presenta “actitudes mezquinas” y “carencias afectivas” graves. La mitad no se ducha diariamente. La mitad no podría vivir sin Internet. La mitad respira resignadamente aire contaminado. La mitad está profundamente convencida –y esta vez es el propio CIS quien lo dice– de que la Justicia favorece a los ricos. La mitad tiene sobrepeso, y la mitad recurre a métodos peligrosos para adelgazar. La mitad (incluyendo ambos sexos) opina que la mujer debe centrarse en las tareas del hogar. La mitad se declara católica pero jamás asiste a misa. La mitad juzga mala la tv pero la contempla no menos de cuatro horas al día. La mitad no logra desconectar del trabajo durante sus vacaciones. La mitad de los españoles, en fin, cree que paga demasiados impuesto, utiliza el móvil para ligar y tiene problemas para pagar la hipoteca. Hay siempre media España plantada de perfil en la estadística como para retratarse en la comisaría.
Los datos no tienen más alcance que el que tienen, por supuesto, pero ahí está el país demediado como si sobre él se hubiera abatido un sablazo antiguo, partido por sistema en dos en sus gestos y actitudes –y hasta en sus más recónditas ideas– entre la modernidad y el arcaísmo, entre el ayer que no acaba de irse y el mañana que nunca acaba de llegar, como entrillado por la violenta coyuntura de un presente tenso que no vemos el día en que logremos perderlo de vista.
Divertidísima la columna, don ja, y me atrevería a decir que eso es un poco lo que esperamos muchos de los que diariamente nos asomamos a ella (aparte de los miles que la lean sobre papel): ingenio, humor, inteligencia, todo mezclado en un producto crítico simpático. Me ha encantado y nos hemos reído mucho leyéndola esta mañana en el desayuno. No se rompa la cebza, hombre, que no se lo merecen ni tirios ni troyanos, hágam,e caso y diviértase, como hoy, al escribir.
Celebro verlo de nuevo por estos terrenos del humor y la socarronería, en los que se mueve con tanta soltura como en los culturales. Tenga en cuenta que muchos de nosotros acudimos al periódico men busca de un alivio, y columnas como la que nos dedica usted lo favorecen mucho. Personalemnet me he quedado encantado con todas esas «mitades» que seguro que han sido comprobadas con celo por usted, y que dan un perfil del país como para hacernos reflexionar. Gracias una vez más.
No salimos bien en esa foto, pero es fiel reflejo de lo que hay. Nio me atervi a habalr de diversión dado el pesimismo de fondo que el tema (y la columna) implican hoy.
Sobrecogedor análisis sociológico, magnífica página de escritura.
Impresionante, de verdad, por la forma y el fondo.
Besos a todos.
Nos hemos reído mucho con los ejemplos, seguro que comporbados por el observador minucioso que es jagm, y que componen un retrato múltiple del españolito aplastado por las circunstancias pero tambiéon por su propia tradición y, por qué no decirlo, por su propia incuria en muchos casos. Se puede querer al país de uno sin dejar de verle sus defectos ni dejar de señalarlos. En el fondo una columna como ésta de hoy tiene su trasfondo pedagógico… a ras de piel.
Créame que lo que más me diviert en sue escritos es la distancia olímpica que interpone entre sus preocupaciones y las circunstancias políticas, por ejemplo, el hecho de que estemos en plena campaña electoral. Creo que la mayoría se lo agradecemos porque para matraqueo ya sobran voluntarios.
Yo también me he divertido hoy, me gusta este estilo desenfadado de tratar con profundidad… Lo que pasa es que, imaguno, no todos los días tiene uno humor bastante ni adecuado. Será porque don ja está en plena Feria de Abril, ¡que este año es en mayo…!
Lo de la ducha es cierto. Yo viajo temprano en el Metro.
Un retrato un poco triste, pero muy realista. Si no nos gusta lo que somos el punto no está en cabrearnos sino en cambiar. Por ejemplo, en ducharse cada mañana…
Vista desde lejos esta España demediada provoca un sentimiento entre la tristeza y la ironía. Se siente uno –exiliado voluntario– como agraciado por la distancia. ¿Es pensable un país que no se ducha más que al 50 por ciento por las mañanas? Tremendo retrao de perfil, admitámoslo, que si huebiar seguid amontonando datos huviera terminado seguramente como el rosario de la aurora. Ja ha sabido detenerse en un lítime en el que aún la ironía era posible.
Añado una de Les Luthiers: «de cada cinco peersonas que ven la televisión, cinco son la mitad.»