Reunión de ZP con Griñán para prometer el oro y el moro con el fin de solucionar el grave problema que Andalucía tiene planteado con las inundaciones. Otra vez la solución tras la catástrofe, de nuevo la evidencia de que aquí no se prevé nada sino que se espera a que truene para rezar a santa Bárbara o que caiga el rayo para llamar a los bomberos. Cada dos por tres queda patente una imprevisión grave de una autonomía que se ha pasado 30 años viéndolas venir y sin plan racional alguno. Estas catástrofes, por ejemplo, se podían haber minimizado actuando sobre los cauces y controlando el urbanismo anárquico. Como no se ha hecho, ahora hay que prometer. Que, ciertamente, no es lo mismo que dar.