Parece mentira que una vez más tengamos que asistir a la huelga de sanitarios de atención primaria reclamando un mínimo de diez minutos para atender debidamente al usuario. Y más aún que la consejería se haya negado a aceptar la propuesta sindical de emitir una circular interna ordenando respetar al menos los siete minutos por paciente. El empeño en hacer una política sanitaria de espaldas a la Sanidad, al margen de constituir una prueba intolerable de soberbia, resulta lamentable en la medida en que garantiza su fracaso a corto y largo plazo. Aunque en este negocio de la atención primaria lo que tal vez suele olvidarse a los protestantes es que la causa de su insolvencia puede estar en la apuesta de la Junta por una medicina propagandística más pendiente de sus logros electoralistas que del beneficio a los ciudadanos. Atención primaria, servicios de urgencias y listas de espera son tres lacras ante las cuales la Junta, aprovechando su confianza en su hegemonía, parece resignada. Que puedan convocarse huelgas como la que comentamos descalifica a cualquier sistema de salud por mucha célula madre que diga cultivar en sus laboratorios.
Es más importante salir en la prensa por la cirugía de cambios de sexo
O anunciar, como hoy mismo, que se transmitirán determinadas operaciones, como si se tratara de corridas de la Feria de Abril.