A los ropones (me atengo el masculino genérico) que entienden en el “caso ERE” podría aplicárseles el dicho soberbio de Unamuno: “Yo soy mi mayoría y no siempre tomo mis decisiones por unanimidad”. ¡No se ponen de acuerdo ni amarrados! Lo último ha sido el zarpazo de la Fiscalía a la juez instructora pidiéndole que dé marcha atrás “en las desimputaciones masivas” de los altos cargos juzgados porque, a su juicio, eso crearía “un intolerable espacio de impunidad” como el que hace tiempo que ventea la opinión pública. Para evitar que ésta se desmoralice aún más, los discordes deben poner de acuerdo sus criterios si quieren mantener la imagen de su independencia. No se pide la unanimidad –tan difícil en terrenos jurídicos— pero sí, al menos, que se eviten estos bandazos que contribuyen a todo menos al prestigio de la Justicia.