Está en venta el yate de Sadam Husseim, que en gloria esté. Se trata de un ejemplar de 84 metros de eslora, dotado de numerosos camarotes, decorado en oro y plata siguiendo las instrucciones precisas del tirano que, obsesionado por la enfermedad y la amenaza, hizo instalar en él también, por si acaso, una sala ambulatoria y un quirófano totalmente equipado y lo dotó de un minisubmarino de evasión también por lo que pudiera ocurrir. Suelos azul turquesa y baldaquinos rosa, sauna, piscina, helipuerto y salón para fiestas, sale a subasta con un precio de salida de 25 millones de euros que a los expertos les parece, en todo caso, una ganga. Es inevitable representarse al Sadam cazado en el agujero, con barba de un mes y gesto resignado, pero sobre todo no hay más remedio que reparar en el hecho, al parecer paradigmático, de la defección del Poder –de todo Poder– ante la tentación de lujo por el lujo, esa especie de competición que nuestras viejas pragmáticas barrocas prohibieron severamente al ver en el gasto suntuario un factor de decadencia. El presidente de Galicia, si ir más lejos se ha desecho de sus tres coche oficiales para comprarse un cuarto de precio prohibitivo, por lo que parece, mientras que el presidente del Parlamento autonómico catalán se ha visto forzado a renunciar, tras la dureza de las múltiples críticas, al “tuneado” de un soberbio vehículo en el que había hecho instalar costosísimos complementos. Al otro lado del mar, Sarah Palin, la compañera de ‘ticket’ de McCain, ha debido renunciar al suntuoso guadarropa que le ofreció su partido –150.000 dólares, según las estimaciones más solventes—y que ella se apresuró a elegir en las boutiques de la Quinta Avenida y otros templos del despilfarro. Ministro francés ha habido al que costó el puesto el alquiler de un apartamento millonario en la zona más cara de París y presidente de la Asamblea al que su amante le regalaba zapatos de precios tan prohibitivos que escandalizaron a los jueces. El lujo es una tentación consustancial del Poder –que dispara con pólvora ajena, claro—desde mucho antes de que Nerón se hiciera construir su famosa ‘Domus Áurea’. Aquí mismo, cualquier concejal pringao se compra un BMW y con un canto en los dientes.
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Me interesan ahora más, como es lógico, los casos españoles, pero sin renunciar a la idea de que son de la misma naturaleza que los foráneos. ¿Cómo es posible que en plena crisis, cuando miles de familias son abducidas diariamente por el vórtice de la pre-recesión y el mundo entero ha de movilizarse para evitar una debacle colectiva, haya sujetos en la política capaces de tirar por la borda los millones del hambre y quedarse tan tranquilos? Fíjense en que ni menciono la sedicente condición izquierdista de esos abusadores, porque hace tiempo que sabemos que la tentación de marras no afecta sólo a los prohombres que llegan al poder sino a cualquiera capaz de escalarlo, hasta el más tieso y membrillo de la panda, tal vez porque el lujo, la exhibición gratuita e inútil de la grandeza, juegue en sus ánimos como un factor compensatorio de sus mediocridades. Cuando Franco murió, supimos que había cenado durante medio siglo una tortilla francesa o un rape a la plancha, pero ésa no era más que la reacción propia de un espíritu ambicioso del poder por el poder, de alguien a quien bastaba –como al Gadaffi eremita que se retiraba al desierto con su cabra—con la satisfacción de ese deseo infinitamente más profundo que es la “pasión de mandar”, como decía Marañón. Si un ayuntamiento catalán gasta una fortuna en corbatas y pasminas es porque sus manirrotos están en un segundo y pedestre nivel de esa pasión. Pero si Marco Aurelio sostuvo que el lujo es despreciable aunque sin renunciar a él, imagínense lo que puede dar de sí esta tropa reclutada al azar partidista. El negro funeral de Felipe II era una metáfora hecha con el tafetán más caro del mercado. Quizá no hay nada como la crisis para desenmascarar la política.
ESPERO QUE LOS INGRESOS DE LA VENTA DEL YATE SE DESTINEN A QUE EL PUEBLO IRAKI MEJORA SUS CONDICIONES DE VIDA. PORQUE A QUIEN PERTENECE AHORA EL YATE A IRAK O A LOS E.E.U.U.’ UN SALUDO DON JOSE ANTONIO
No hay como un piojo resucitado o un cateto ‘jarto migas’ para sentirse señorito y despilfarrador. Si es con pólvora del rey, ni te cuento.
La democracia sigue siendo el peor de los posibles sistemas de gobierno, si descartamos todos los demás.
Entre oligarquías anda el teatro de la democracia con el maridaje entre los grupos industriales-financieros del sector privado y las oligarquías político-funcionariales de lo público.
Abocados a un lujo eterno que se vuelve indigno cuando se realiza con el producto del sudor de los demás, si en tiempos pasados perder la dignidad suponía perderlo todo, hoy como mucho son unos meses a la sombra y a cobrar por las entrevistas. Pues sí, paíiiis.
Magnífico el comment.
Saludos (cómo se echa de menos a Dª Marta).
Siempre a destiempo.
Gracias don Coleuche por recordarme.
«El lujo es despreciable», OK pero lo prefiero a la comodidad. No me choca el lujo del yate de don Sadam Un Yate es un objeto de lujo por execencia y finalmemte escogio no utilizarlo Tuvo una muerte digna y segun lo que tengo entendido no dejo de apelar a la unidad y a la concordia de su pueblo. ..Paz a los muertos…
Besos – atrasados – a todos.