Un señor con pinta y modos de “indignado” acaba de armarle una bronca fenomenal
al presidente del Santander, Emilio Botín, en plena Junta General de Accionistas. Le
ha espetado, para empezar, que “mientras millones de condenados al paro perdían su
esperanza y su dignidad, ustedes se forraban a espuertas sin el más mínimo recato ni
pudor”, señalándole luego con el índice demótico con esta aplastante evidencia: “Usted
es alguien que hace política con mayúsculas y sin mojarse, un poderoso líder en la
sombra, ajeno al escrutinio público”. Y ha rematado la faena con una conclusión
marxiana de pura cepa: “Ustedes son los que gobiernan a los que dicen representarnos”.
El señor Botín se ha enfado mucho, lógicamente, y hasta ha interpelado al debelador de
manera abrupta, pero ahí quedan esas alegaciones no sólo para hacer pensar a muchos,
sino para probar que la reflexión de la izquierda decimonónica, de tan altos vuelos, o
no ha muerto o está mal enterrada. ¿Y qué podrían pensar los ciudadanos que lleguen
a escuchar a este Demóstenes cargado de razón? Miren. La presidenta de de la Caja
del Mediterráneo se ha adjudicado una pensión vitalicia de 370.000 euros; en nuestra
comprometida Cajasur le han largado 950.000 euros a un ex-director general dejándole
al ex-presidente un pensionazo de otros 250.000 igualmente vitalicios, y ello justo
mientras el Banco de España imponía la imprescindible fusión de la arruinada entidad.
Los altos cargos de Caixa Galicia cuestan (o costaban) nada menos que 8 millones de
euros al año, en Caja Castilla-La Mancha, la CCM famosa, el agujero negro de 3.000
millones de euros –impune, por supuesto—no ha sido obstáculo para que se gastaran
6.000 más en traslados de altos cargos, y en Caja Navarra, ya en tono menor, consta que
se han pulido 16.000 euros en 5 relojes para ex-consejeros. Añada el lector su propio
caso, que seguro que lo tiene.
El acusador de Botín se preguntaba cómo es posible que la solución de esta crisis
consista en inyectar dinero público a una banca que, como el Santander, ganara el año
pasado más de 8.000 millones de euros a pesar del descenso del 8’5 en sus beneficios.
Pero en sus palabras lo que más me ha llamado la atención es ese recurso añejo aunque
actualísimo a una teoría que muchos dan por sepultada aunque sus zombis se paseen por
este permanente Halloween: la visión del poder político como marioneta del económico,
la razonable crítica a esa estrategia subvencionista que equivale a baldear el pozo
mientras la samaritana se muere de sed. Seguro que Botín, pasado el enojo del prócer,
ni se habrá inmutado. Una prueba más de que tanto el bronquista como Marx llevaban
razón en la mayor.
Interesante como siempre que se aplica la lógica a un fenómeno controvertido. La estrategia capitalista ha arrastrado al Sistema, a su propio Sistema, a la debacle, y ahora nadie sabe cómo salir del agujero.
Me parece que me voy a hacer indignado.
Pues imagínense ustedes si pasa lo mismo en una Junta del Real o del Barsa. Pero eso es imposible, bien sur.
Besos a todos.
Doña Marthe, que se le ha olvidado el acento circunflejo…, ay, ay, ay. Referente a la columna, me parece que es tiempo perdido protestar, como hace don Griyo, porque un banco funciona siempre hipostáticamente, quiero decir que el Presidente que se lo lleva caliente ni siquiera es el dueño. Mucha gente no sabe que el señor Botín no es ni mucho menos el accionista mayoritario de la casa y sin embargo…
Es que eso que llaman el sistema financiero es la Banca o está en estrecha relación con ella. La Banca es la causante de esta crisis sin precedentes, tal vez por que la ambición rompe el saco, puesto que tenía experiencia sobrada desde hace siglos para no organizar el aquelarre de los años pasados. La «new age», de la que esta columna se ocupón tantas veces, no era de creer. ¿Cóm,o iban a créersela fgente informada como Botín? ¡En manos de quiénes estamos!
¡Es el Sistema, estúpidos! Habrá llegado la hora de repetir esta razón a muchos que insisten en no entenderla. Ya veremos cómo acaba el caso griego, quién sabe si Papandreu hijo será capaz de salirse de ese Sistema en ruinas para poder vagar libnremente por las suyas particulares.
Quitando el caso del señro Madoff, que con me entra en la cabeza, lo normal es que toda esta trapacería resulte impune. Que los bancos sean salkvados con dinero público mientras sus dirigentes se reparten fortunas fabulosas es algo tambiéjnn ininteligible.
Nos enseñaban en tiempos que la propiedad de las grandes corporaciones y empresas estaba pasando de manos de los capitalistas propiamente dichos a la de los ejecutivos, que eran un poder dentro del poder. Pero nunca pudimos imaginar que se llegaría a los extremos a que hemos llegado. Y una cosa, curiosa: que nadie es culpado de nada, ni devuelve nada, ni acaba donde la mayoría piensa que debería acabar, es decir, en la cárcel. Ese señor que ha abroncado a Botín, del que nos habla ja en su columna, no pasa de ser un numerero, consiente o no consciente, porque cualquiera puede imaginar lo que le importará a Botín que un indignata le diga cuatro frescas…
Confieso que llegado el caso los absolvería sólo por obligación…
Es que más que cuestión de cárcel es cuestión de devolución del dinero. ¿No hay en esta España medio de que los que se lo llevan lo traigan de vuelta?