Recientemente un documentado informe de la autonomía de Madrid dio cuenta del lastimoso nivel cultural de ciertos maestros recién llegados a la enseñanza que situaban Ávila cerca de La Coruña y cosas por el estilo, resonando como una dura denuncia del estado de postración de nuestra cultura colectiva. Le pedimos a nuestros propios pedagogos casi lo mismo que a los desdichados emigrantes que han rebotado en nuestra tierra forzados por la miseria, como lo prueba que la Audiencia Nacional le haya negado la nacionalidad española a una mujer dominicana –de ésas que, alejadas de los suyos, cuidan a nuestros padres y a nuestros nietos—por considerar que no se había “integrado” de modo suficiente en la sociedad española. ¿Qué cómo averiguó la Audiencia este extremo? Ah, pues con un simple test a que la mujer habría sido sometida y en el que resultó que, como miles y miles de españoles catalanes, pensaba que Cataluña no era España sino un país que limitaba con nuestro solar, y para más inri, y aunque acertara los nombres del rey y del presidente del Gobierno no recordara el de la reina ni supiera responder –como tantos españoles, por supuesto—quién fue el autor del Quijote ni cómo describir los símbolos del no poco estrambótico escudo de la autonomía andaluza. Menos me creo la historia de un senegalés igualmente privado de la nacionalidad, según él, por ignorar el nombre de la mujer del anterior presidente, extremo que nuestros ropones, por lo visto, habrían considerado invalidante para un aspirante a la altísima condición de español, “una de las pocas cosas serias que se pueden ser en el mundo”, ya saben. ¿Se imaginan si a nuestro emigrantes de los 60 los hubieran sometidos a test semejantes en Alemania o en Holanda? Me parece un injusticia radical utilizar al inmigrante como fuerza (bruta) de trabajo y exigirle, al tiempo, una cultura de la que carecen infinidad de ciudadanos indígenas.
Este endurecimiento legal apunta a una concepción utilitaria y nada humanista de lo que es y representa un extranjero al que podemos confiar nuestro hogar o nuestros niños y ancianos al tiempo que lo descalificamos por no saber lo que no tiene nada de raro que no sepan. Pedir “cultura” a un “refugiado laboral”, como decía Manolo Andújar, y hacerlo en un país emigrante como el nuestro, es ya bastante absurdo. Someterlo a tests como los referidos resulta sencillamente una estupidez en medio de esta moribundia cultural.
¿Y quién examina de cultura general a los jueces?
Pues me gustaría apuntar que existe un Plan Estratégico de Ciudadanía e Integración 2011-2014, que es un acuerdo del Consejo de Ministros, de fecha septiembre de 2011, firmado, ¡¡oído cocina!! por el excmo. señor don Valeriano Gómez, ministro de Trabajo e Inmigración.
Ahí queda eso.
Exigir a los inmigrantes su integración «normal» me parece imprescindible; forzarlos a «aprenderse» la cultura nacional es un disparate y una crueldad. ¡Qué poco se preocupan de si conoce o no a Cervantes cuando los contratamos para que nos cuiden la casa mientras el matrimonio ocupa dos puestos superiores de trabajo!
Ese tipo de test, de ser cierto, que no lo dudo, es ridículo. ¿Por qué está más integrado quién sepa el nombre de la Reina o el de la mujer del Presidente del Gobierno? Apuesto una mano a que la inmensa mayoría de los chinos que invaden nuestras calles no ponen en pie cómo se llama el Rey, y no falta que hace. Nuestros inmigrantes de los 40 y luego de los 60 eran masivamente ignorantes, salvo excepciones, y no los maltrataron más de lo presumible.
Pues no sé qué decirles. El nombre de la mujer del presi , sí me parece mucho pedir pero el autor del Quijote y el de la reina me parecen más normales ….El que quiere entrar en los Usa se tiene que aprender un montón de cosas, y si quieres ser yanqui te lo aprendes. Se puede discutir si tal o cual pregunta no viene a cuento pero preguntas y conocimientos sobre la ley y la história del país que te va a coger me parecen inprescindible.
Besos a todos.
Pero mi doña Marta, eso será factible tratándose de un personal baqueteado pero no en un proletario obligado pro el hambre a irse a otro país. Integración no quiere decir metido a la fuerza en el molde cultural español, sin absorbido por él. Pregunte por ahí, por esos pueblos españoles apartados, y a pesar de la tv ya verá el resultado.