La insolvencia dialéctica de la candidata frustrada, Manuela Parralo, no precisa más demostraciones, pero ella se empeña en manifestarla hasta el límite miserable en que lo hizo el sábado (¡el día de reflexión!) dejando oír su voz disonante contra el alcalde en medio del desconsuelo popular. Eso sí que es usar a los muertos en política, eso sí que es arrojarle la tragedia al adversario como si fuera un ariete, justo cuando un pueblo en masa se arremolina junto a su representante legítimo para llorar una desdicha que afecta a todos. A Parralo le importa mucho más el daño de Pedro Rodríguez que el duelo por Mari Luz, a la vista está. Es más que probable que los onubenses que la hayan escuchado no han de olvidar esas lamentables palabras.