En una entrevista a ese personaje inusual que es Raimon Panikkar, siempre a horcajadas entre Oriente y Occidente, tropiezo con una serie de improvisaciones –o al menos, así me lo parecen a mí—sobre el concepto de creencia y, en consecuencia, sobre la naturaleza de la fe, que me han dejado no poco perplejo e instalado en la convicción de que el actual descrédito de la creencia es, incluso en ambientes de lo más crédulos como ése en el que se mueve Pannikar que, al fin y al cabo, es un cura católico aunque hable constantemente de su karma. Parte el buen hombre de una afirmación sensacional en cuya sintaxis y en cuya semántica sugiero al lector que se detenga: “La humanidad — dice mosén—‘debe’ ‘creer’ ‘siempre’ en ‘alguna’ ‘cosa’ ”, y eso en lo que se cree “es tan profundo, que ni siquiera se cree que se cree en ello”. Es difícil debatir frente a propuestas conceptualmente tan vacilantes, sobre todo cuando sobre la cresta de esa ola dialéctica circula la espuma de una convicción tan aberrante como la de que “la creencia es una cosa muy fuerte y muy peligrosa”, expresión que, por encima y por debajo de su insustancialidad, no deja de constituir una toma de partido que ya no se explica siquiera por la vertiginosa secularización que viven nuestras sociedades sino que es preciso atribuir, saltando sobre la contradicción aparente o real, precisamente a un sistema de creencias. Hay cada vez más gente como Panikkar que vive de la creencia a base de socavar sus cimientos, lo cual, ciertamente, no resulta nada raro en una sociedad-espectáculo como ésta en que estamos viviendo.
Vino añejo en odres nuevos: mala cosa. Y en nuestro caso trasegado con finura por Ortega hace muchos años al proponer que la realidad percibida es siempre el resultado de una interpretación y, por tanto, un producto racional, frente a la creencia que es un resultado ambiental y un referente íntimo, de origen inconsciente, que el observador toma prestado de la circunstancia, esa otra mitad de su yo. ¡Mira que parece claro! Bueno, pues ahí andan los gurús, dale que te pego, degradando la fe a base de proponerla como algo consustancial a la naturaleza humana y, en consecuencia, como una suerte de subproducto casi orgánico que, por eso mismo, tendría menos ‘valor’, por decirlo así, desde la perspectiva crítica. ¿Por qué han de ser más peligrosas las creencias que la incredulidad radical, si es que esta rara cosa fuera posible? Cuando hay ya hasta curas dispuestos a desacralizar el mundo relativizando la fe, es que la secularización de marras, como predijeran los fenomenólogos tras las huellas de Weber y Mannheim, le guste o no a nuestro indio-catalán, va que no hay quien la pare.
Demasiada enjundia para una mente torpe como la mía y demasiado profundos esos vergeles para un manazas con las plantas.
Pero estoy deseando leer la comenta de mi amado y respetado don Páter, por ver si la iglesia, las iglesias, hacen su poquito de autocrítica y tienen anotado en su Debe no haber hecho más cercana la fe.
En la juventud hice ejercicios espirituales no una ni dos, sino más veces. Recuerdo unos en que en el pórtico del patio se pegaron unos carteles con frases para ayudar a pensar. ‘Si scires donum Dei’. Alguien nos dijo que ese don es la fe. ¿En qué quedamos? ¿Es un trabajo personal o algo que se recibe como un don?
A los que no nos vale la mayor parte del Credo católico, ya nos gustaría que se recortase en lo posible, sobre todo en aquello que parece superfluo, esa historia machista de la virginidad y similares.
Creo que estamos en el octavario de la union de las iglesias cristianas. Por favor, menos misterios, menos dogmas y más racionalismo religioso, menos acoso a la inteligencia, que también es donum Dei. Que sí que es posible.
Me ha parecido un artic. de primera categoría, de los que hoy no se escriben en España. Lamento –como lector asiduo del blog– que los demás miembros haya prefereido el silencio.
Primero: gracias cumplidas, don joseantonio, por esta lección magistral. Es lástima que, como acaba de significar, nuestro nuevo amigo Neo, un atículo así sea ya cosa rara en nuestra prensa. Segundo: mi querido Yamayor: no me sea cicatero en el planteamiento de las cosas. Todos sabemos que la Religión es lo esencial, y que en ella hay mucha ganga humana, institucional y lo que se quiera, que a poco conduce y mucho estorba. ¿Le vale mi aclaración? Yo lo que admiro, en ja, por ejemplo, es su manera tranquila, indiferente sin perjuicio mde su pasión, de enfocar estos temas espirituales.
Me gustan las agallas cuando van respaldadas por el cerebro. ¡Vaya palo a Pannikar, ese estupendo showman católico-hinduista. Que por cierto, ¿de parte de quién estarña ahora que los hinduistas matan a los cristianos en la India, su media patria? Hay que joderse, un cura catrólico y romano hablando de su karma. Me gustan las agallas y por eso felicito a gm.
Gran ejercicio de ciencia y conciencia. El recuerdo de Ortega, bien aprendido de joven, en la Facultad. La propia experiencia luego. querido ja cada día me admira más su constancia y su capacidad.
Ha salido el artículo dos veces y ha habido comentarios en ambas páginas. Creo que ha gustado y desde luego magnífico y valiente, porque completamente a contra corriente y más claro imposible.
Besos a todos.
El comentario de nuestro Páter inmejorable. Gracias a todos.