Suele repetirse en política (sin gran propiedad, por cierto) la expresión “inventarse el maniqueo” en el sentido de establecer un enemigo para luego combatirlo. Es lo que está teniendo que hacer la Junta, privada ya del popularísimo recurso de culpar al Gobierno rival, y consciente de que al propio no se le puede toser siquiera. Vean cómo, aunque sea sobre el filo de la navaja, va bajando la guardia y reorientando una dialéctica, por completo desorientada. ¡Cuánto más fácil venía siendo gobernar “contra el Otro”! Ya no urge cambiar el modelo de financiación, por ejemplo, ni reclamar fondos para nuestra Cultura y menos exigir aquellas urnas que se consideraban tan urgentes. Todo puede esperar ahora aunque sea, ya digo, a cencerros tapados y apretando los dientes. Cervantes dejó dicho que “lo primero es el buen gobierno de las tripas”.