Nos se comprende la incapacidad de la autoridad para controlar esa ola rebelde que se empeña en celebrar la pandemia en lugar de protegerse de ella. Sólo en Sevilla, la policía va a destajo los fines de semana (cientos de sanciones en la última) bregando con los grupos provocadores de insensatos juerguistas que celebran jolgorios y botellonas. Y encima hay que oír la monserga interesada que critica las medidas de contención establecidas por la Junta invocando el perjuicio que esa “ley semiseca” le causa al sector productivo. ¡Ni Elliot Ness bastaría aquí para acabar con la insurgencia idiota de los negacionistas, en especial de unos jóvenes abducidos por la ilusión de la inmunidad! ¿No sabrán que en los hospitales agonizan cientos de personas y que, en este año de reclusión relativa, llevamos contados dos mil quinientos muertos? Que cierto es que no se ve lo que no se quiere.