Ha hecho muy bien el no-PSOE de Espadas en renunciar a la extravagante pretensión de impedir que el Parlamento de Andalucía debatiera asuntos críticos con el Gobierno sanchista. Ya lo creo que ha hecho bien, teniendo en cuenta lo que en esa Cámara se ha debatido por su parte contra los Gobiernos rivales y lo que se ha recurrido durante cuarenta años. La “portavoza” –la alta tensión “de género” justifica este metaplasmo—ha explicado que la renuncia del PSOE se debe a su “seriedad y responsabilidad”, pero la realidad es que Espadas ha comprobado lo lejos que hoy le quedan al antaño gran partido los tres quintos de la Cámara exigidos para aplicar semejante mordaza. Lo suyos sería eliminar ese heredado artículo inquisitorial que no encaja ni poco, a estas alturas de la película autonomista.