Va ganando terreno la idea de que el doblaje de las películas debe ser sustituido por sus versiones originales en beneficio del aprendizaje de lenguas extrañas. También se asienta el empeño de ciertos nacionalismos que ven en el espectáculo un instrumento idóneo para competir (¿combatir?) las lenguas mayoritarias. No está claro, como es lógico, si la medida merecerá la pena o no en países bilingües en los que no parece que resulte imprescindible esa medida de fuerza, aunque haya que reconocer cuánto hay de despilfarro en hacer películas en idiomas de ámbito relativamente reducido movidos sólo por pruritos identitarios. En los medios mexicanos se habla esta temporada del estreno de una miniserie televisiva titulada “Baktún” que mezclaría un documental sobre la cultura maya con una telenovela de la misma índole, que trata de enfrentar el problema de la pérdida de las raíces culturales de los emigrantes, es decir, de “esa gente olvidada histórica y mediáticamente” de la que es un buen ejemplo el maya exiliado en Estados Unidos en busca de un provenir que le niega su medio natural. Se trataría de recuperar una cultura en trance de perderse y, sobre todo, de salvar una legua y unas tradiciones que la comunidad maya actual –no más de 800.000 almas, al parecer—considera en peligro al tener que competir vitalmente con lenguas tan poderosas como el inglés o el español. La obra en cuestión relata las vicisitudes de un protagonista que deberá rescatar su lengua y sus raíces culturales sin las que su comunidad le niega el debido reconocimiento. Una vez más nos llega la sugestión de que vivimos un neorromanticismo empeñado en reproducir en los inicios del siglo XXI los ideales del XIX.
El proyecto de crear un cine maya responde a la marea mediática provocada en 2012 por la expectativa de la llamada “cuenta larga” de esa cultura que anunciaba en sus calendarios un final de los tiempos que nunca llegó a producirse porque, como explican sus defensores, la profecía milenarista de ese fin del mundo no apuntaba a un apocalipsis sino al concepto de que el fin de ese tiempo no era otra cosa que el término del inicio en el marco de un horizonte cíclico. La serie será emitida con subtítulos en español para evitar el riesgo de malas interpretaciones de la herencia maya por parte de la inmensa audiencia mexicana. Si el indigenismo mantiene firme esa ruta pronto el cine de la otra orilla se habrá convertido en una tremenda Babel.