Es realmente extraordinaria las capacidad mutante de la ministra-médica Montero, perro de presa autonómico frente al Gobierno anterior mientras fue consejera, reconvertida luego, como ministra, en implacable bulldog contra la Junta. El hábito no hará al monje, pero el cargo político parece demostrado que sí ha hacho a la monja que si antes exigía auxilios y dineros a Madrid ahora hace lo propio pero al revés. Su burda maniobra de añadir contribuciones a las comunidades que, en uso legítimo de su autonomía, han bajado impuestos, demuestra hasta qué punto estos políticos “prêt-à-porter” valen lo mismo para un fregado que para un barrido, fieles y atentos en exclusiva al mandamás que nombra y cesa. Lo primero el es el buen gobierno de las tripas, dejó dicho Cervantes. Y estos ganapanes no lo han olvidado.