En mi maniático seguimiento de las imaginaciones científicas, acabo de encontrar una experiencia que me devuelve intacta la vieja paradoja del interés de los sabios por las cuestiones metafísicas. Se trata de la investigación llevada a cabo por dos investigadores canadienses tratando de establecer un mapa cerebral –¡otro!—en el que estuviera claramente determinada, a ser posible, la región neuronal sede de la experiencia mística, hace unos años “descubierta” por partida doble en un punto bien determinado y único del córtex. Los sabios a que me refiero, MM. Beauregard y Paquette, han concluido con rotundidad, según afirman en un artículo aparecido en las ‘Neuroscience Letters’ que, lejos de producirse en un lugar solamente, los éxtasis y transportes religiosos implican por lo menos a una docena de regiones cerebrales y están relacionados con determinadas reacciones de carácter metabólico y naturaleza eléctrica que afectan simultáneamente al ejercicio de bastantes funciones sensitivas y motrices. De cobayas han hecho esta vez quince monjas carmelitas que han ofrecido a la Ciencia sus cerebros para que la resonancia magnética contribuyera, a su manera, a explicar la experiencia religiosa, lo cual es mucho más explicable y menos contradictorio que el afán de los científicos por intervenir en el área espiritual. Hace tiempo que se señaló la contradicción que suponía el interés de la ciencia social, desde Durkheim a Max Weber, por unas cuestiones metafísicas que eran precisamente las que esas disciplinas trataban en teoría de desterrar, lo que los obligaba, por obvias razones epistemológicas, a trabajar sobre las mismas realidades negadas en nombre del saber secularizado. Los mismos sabios a que hoy nos referimos empiezan por dejar claro que su incursión en la mística para nada presupone la creencia en esa divinidad que, lo admitan ellos o no, ha de estar al otro lado del hilo si es que el sublime deliquio se produce realmente. La doctora Teresa se hubiera tronchado ante estas paradojas seculares que, ciertamente, no dejan de ser divertidas.
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Se ha citado más de una vez a esta respecto la frase de Chesterton: “Cuando un hombre deja de cree en Dios, no es que ya no crea en nada, sino que cree en todo”. Y verdaderamente no deja de ser curioso el interés de tantos científicos no sólo ‘sociales’ sino ‘naturales’ en asuntos que pertenecen al mundo que se trata de negar o que conciernen a valores que son los mismos que se trata de erradicar y sustituir. Estos días se discute por ahí el curioso fenómeno de afirmación religiosa observable en la actual sociedad japonesa sin perjuicio de la profunda secularización que ha contribuido a la modernización del país, en contraste con la secularización a palo seco que viven las sociedades occidentales en las que la racionalización científica y la autonomía del individuo han conseguido volcar el sistema tradicional. Pero experiencias como ésta de los neurólogos canadienses nos devuelven intacta, como decía, la paradoja que supone esa suerte de materialismo claudicante y esa ciencia secularizada pero incapaz de zafarse de la tentación metafísica. Hay por ahí algún museo que conserva en formol, en plan doctor Frankenstein, el cerebro de Eisntein alineado con el de otras celebridades, con la esperanza de descifrar en el laberinto de sus circunvoluciones el croquis revelador del genio o el mapa del talento, un proyecto que, en definitiva, se ha saldado hasta ahora con un fracaso rotundo. Pero estos sabios majaretas, al menos, se mantienen a pie firme en su paradigma materialista, mientras que los que traigo a colación prolongan la secular extravagancia de una ciencia autónoma que no acaba de despegarse, de una vez por todas, del viejo tronco metafísico que venían a trocear con ínfulas de aizkolaris. Mientras los fundamentalistas prohíben a Darwin en las escuelas, la Ciencia busca en el cerebro el nicho del trance. Alguien dijo que la paradoja es el nombre que los idiotas dan a la verdad.
A doña Berenice le recomiendo, con permiso, que cuando le salga la página en blanco, que es muy frecuente, pulse la tecla F5 o haga clic en la casilla “actualizar”.
P. Griyo
Ya estamos otra vez, Jefe, otro día que no le entendemos los mortales. Igual se creen ustedes más importantes porque se les entienda menos. Pues se equivocan, conmigo por lo menos.
Sandeces aparte, la columna plantea un tema estupendo: por qué los materialistas insisten en los temas espirituales. No me cabe duda de quey zánganos, con mayúscula o con minúsucla, que no la entenderán, pero eso no va a desanimar a jagm a estas alturas. Sinb esfuerzo no hay saber, ¿verdad, jefe?
12:21
Dice el Maestro:
“Y verdaderamente no deja de ser curioso el interés de tantos científicos no sólo ‘sociales’ sino ‘naturales’ en asuntos que pertenecen al mundo que se trata de negar”
“Mientras los fundamentalistas prohíben a Darwin en las escuelas, la Ciencia busca en el cerebro el nicho del trance.”
Esto es simplemente el producto de la duda, que admitimos los ateos y también los científicos. Los científicos ateos por partida doble.
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Puestos a estudiar cerebros, los sabios también podrían estudiar en que se diferencia mi cerebro del de San Juan de la Cruz o, mismamente, del de nuestro respetado y tolerante Cura de Pueblo.
Gran tema, cuestión que por lo general se elude, pero que entraña, como sugiere la columna, una graciosa contradicción. Ya no discuten los filósofos sobre la residencia del alma, pero ah´ñi que siguen los sabios (materialistas, por supuesto) indagando a ver si descubren qué región del cortex se ocupa de la emoción de Teresa de Jesús o de Juan de Yepes. Brillante idea, jagm, que le honra una vez más, como declarado materialista discreto que es, y que contribuye a demostrar que se puede serlo sin necesidad de más contradicción que la que la vida impone.
No pierda el tiempo con mi cerenro, don Griyo, que no sedeb de ser nada del otro mundo (ni de éste). Reflexiona más bien sobre el interesante tema que nuestro amigo presenta como paradoja. Hay mucho debajo de sus palabras y de sus ideas, y mucho valor –una vez más– en su actitud de defender la verdad –«su verdad», claro, que el la única qu ele obliga en conciencia– contra viento y marea.
Yo creo que lo que define al “hombre” es precisamente “LA BÚSQUEDA”, siempre esa búsqueda de sí mismo, de su entorno, de algo mas…
Mientras más saben los “científicos” más saben que tienen que saber más y más. Un “DESCUBRIMIENTO” en cualquier ciencia o disciplina lleva a otra búsqueda y así, sin parar nunca, porque ese es nuestro destino y fin: “LA PREGUNTA CONTINUA”. Hasta que la parca nos llegue, siempre estaremos husmeando, escudriñando, preguntándonos “TODO”.
Nunca llegará el hombre a una “CONCILIACIÓN CONSIGO MISMO”. La armonía llega cuando se da cuenta de que esa búsqueda no terminará nunca y entonces disfruta de vez en cuando de unas “vacaciones”, después seguirá buscando…
¿Y qué tiene eso que ver con el gran tema que plantea el artículo de gm?, me pregunto. No quiero que nadie vea en mi actitud desdén para nadie, y emnos para amigos del blog, pero es que hay comentarios, como el antecedente, que distraen del tema y desorgizan el posible diálogo. Elso del ansia de saber (que habría mucho que hablar sobre eso, por lo demás) es un tópico romántico, como se sabe, que nada tiene que ver, además, con la curiosidad que nos plantea ja: la contradicción de que los materialistas no sean capaces de desprederse, aunque sea a nivel conecptual, de la tentación espiritual.
Marción, si no ha entendido mi comentario, es que tampoco lo ha hecho con el artículo de J.M.
Si es un gran tema, como dice, y hay que hablar mucho de él como también dice, ¿por qué no “COMENTA ALGO SOBRE ESE TEMA TAN IMPORTANTE QUE EL MAESTRO NOS CUELGA HOY”. Es muy fácil aludir a que distrae el verdadero meollo de la cuestión, “DESORGANIZA EL DIÁLOGO Y NADA TIENE QUE VER CON LA CURIOSIDAD QUE NOS PLANTEA HOY D. J.A.”. ¿Y, ESO ES TODO LO QUE COMENTA USTED, QUE POR LO VISTO SABE TANTO DE TODOS LO TEMAS, SÓLO CRITICAR?
Le reto a que me rebata el comentario que he hecho, que por lo demás no es nada científico, por supuesto, Ya que no soy una filósofa, pero por lo menos me he ocupado de mirarme a mí misma. Además, ¿qué es eso de “LA CONTRADICCIÓN DE QUE LOS MATERIALISTAS NO SEAN CAPACES DE DESPRENDERSE….DE LA TENTACIÓN ESPIRITUAL?
Perdóneme, pero usted no sabe ni donde tiene la cabeza. ¿Qué es eso de separar lo “material” de lo “espiritual”, usted se ha quedado en una FILOSOFÍA MUY ATRASADA, SI ES QUE SABE LO QUE SIGNIFICA ESA PALABRA
Nuestro maestro habla de “METAFÍSICA”, la “Esencia del Ser”, que, efectivamente es un gran TEMA. Yo he comentado un lado de este gran razonamiento, hágalo usted del mismo o de otro aspecto que estime oportuno, porque el tema da para mucho, como bien ha dicho.
Se le ve mucho el plumero, “CREE EL LADRÓN QUE TODOS SON DE SU CONDICIÓN”, siempre está pensando en “su política”, ¿es que no es usted capaz de desprenderse de esos PREJUICIOS Y MIRAR AL SER HUMANO LIBRE DE ESOS ADORNOS ALGUNA VEZ, MÍRELO PURO, SIN NINGÚN LASTRE..
(Sosegaos, mi doña Ateli, no le vaya a subir algo por dentro. Este blog puede presumir de tolerancia, aunque también sea cierto que hay supercerebros, cerebros y cerebritos. Luego venimos las que como usted y como yo, andamos escasas en el tema. Paciencia. «Que todo es bueno para el convento», decía el fraile. Y llevaba una puta al hombro).
Vamos a ver. Una cosa es la anatomía cerebral, otra la neurobiología y muy, muy otra, la neurofisiología. Cuando servidora estudiaba neuroanatomía, como recurso didáctico había un libro que dibujaba el homúnculo, es decir, como si se sobrepusiera una calcomanía de un hombrecillo deforme en una muy concreta área del córtex y allí se delimitaba la localización del tacto, el gusto, el olfato y la sensibilidad propioceptiva de los miembros superiores e einferiores, de la estabilidad y de los movimientos. (Era el pleistoceno medio de la medicina, pues el TAC era algo sólo de los americanos, la ecografía poco menos que un misterio para muy iniciados y la resonancia magnética aún no había nacido. Hoy un futbolista se magulla un dedito y allá que va.)
Hoy cualquier chichirivaina te habla de neurotransmisores, confunde la dopamina con la acetilcolina o espera que prorrumpas en aplausos cuando afirma pomposo que la serotonina es la hormona de la felicidad. Alguno hasta se ha hecho de oro escribiendo cuatro pamplinas sobre el Prozac.
Son dos niveles distintos y me temo que -ignorante, una- como las vías del tren, están llamados a no encontrarse. No leo esas cosas que entusiasman al Jefe. Aún en la hipótesis de que el experimento con las monjas carmelitas reflejara unas conclusiones con un margen de error científicamente aceptables, digamos que «levitan» durante un acto religioso, recogido por quince aparatos simultáneos de PET (Tomografía por Emisión de Positrones), a ver quién es el guapo que identifica la causa exacta del viajecito a las alturas. ¿No será que mientras una monjita sube al séptimo cielo con la confluencia de la música sacra y el olor a incienso, su vecina hace lo propio recreándose en la musculatura del enorme Crucifijo del altar y en lo mínimo de su velo pudendo? (Usted me absolverá, mi don Páter, por estas barrabasadas).
Probablemente Durkheim, Max Weber y toda esa tropa que el Maestro tan bien domina desistieron del intento de casar metafísica, algo tan tan, con la corporeidad, la materia, eso tan noble y tan putrescible de lo que estamos hechos.
No me líe a doña Atélite, doña Epi, no añada complejidades a las que ya implica el tema y el titular de este blog suele plantearnos. Lleva usted razón e mantenerse escécptica como me ha parecido que lo está el propio JAGM, lo cual qo quieta ni pone a la hora de valorar un tema que sí que tiene su miga epistemológica. A mí me parece que de lo que trata la columna es de subrayar esa paradoja, con independencia del valor que le den los paradójicos a la supuesta dualidad, lo rreal y lo espiritual que Atélite liquida de un plumazo. Sin entrar en detalles (la separación conceptual espíritu/alma, por ej.), no cabe duda de que llama la atención le interés de estos neurofisiólogos por determinar la residencia de un fenómeno tan exclusivo como el trance místico. Por cierto, que en esta cuestión de la localización cerebral de las funciones andamos de aquí para allá, ´cambiando cada vez que se tercia. Y no digo más por no enredar yo también, pero no me gustaría que el debate o comentario quede ahí.
Mi absolución ‘iocandi causa’ para doña Epitremenda y mi nueva felicitación para ja, pues releído su artículo –uno de esos que el otro día le criticó alguien por «difíciles»– creo penetrar mayores honduras. Pero, por favor, entiéndasele bien, por derecho, como él suele decir, al margen de que el ejercicio interpretativo, y más en estas materias, haya de ser forzosamente sesgado, oblicuo le gusta decir a él. El tema es muy curioso, en resumidas cuentas, porque remite a la dificultad que tiene toda persona para pensar ocn autonomía dentro de un paradigma cultural, y ern este caso a la dificultad del materialista para zafarse (alguien usó ese término ya) de nuestra tradición ideológica, que incluye esa tensión, alta tensión, entre los dos niveles de la realidad, que nunca me explicaré por qué encocoran tanto a algunos celosos matarialistones. Al Jefe lo traen al pairo, pero calro está,. el Jefe no es matarialista macizo y menos materialistón… Deo gratias.
Creo, buen Páter, que eso está a la vista, y me parece que también en tan resbaladizo terreno gm camina sin andaderas y exponiendo el cuerpo sin hurtarlo, como se dice en el toreo.
Y un ruego: por favor, no personalicen, ni conviertan una mera crítica en un agravio. ¡Bueno sería un blog ne el que no se pudiera expresar la diferencia con el de enfrente! Para eso hay otros en la Red, dicho sea sin ánimo de señalar.
Nuestro amigo pertenece a una generación que bebió mucho, quizá demasiado a los pechos de Weber y que no desocnoció a Max Scheler. Pero a nuestro don josian le he he leído (y escuchado ‘ex cathedra’) dar grab tabarra con los modernos funcionalistas como Berger o Luckmann, viejos libros de cabecera que imponía a sus alumnos antiguamente, cuando todos éramos más jóvenes y la Complutense aún podía, aunque a duras penas, justificar el latinismo en el título. Hoy me parece que sólo sugiere ironías, cosa muy suya, de manera que no le busquemos al gatos más de los pies que tiene a la vista. Los científicos ‘naturales’ arrastran muchas cargas postizas, eso es todo, y hace bien en señalarlo.
Hasta los médicos van al curandero, decía mi abuela, que era asturiana. Ya ve, querido, como usted dice aquí se pretende llevar por delante y al mismo tiempo (voy a utilizar una expresión suya que siempre me divirtió mucho) el caldo y las «tajás».
No se distraiga, mi gm, que ha dado usted en el clavo. Los materialistas no son menos ingenuos que sus rivales, esté seguro de ello. Razón y fe no son tan fáciles de separar, se resisten én sus respectivas autonomías y defienden el fuero procurando no pisar la raya del juego hermenéutico. Ya me entiende. Lo de Wojtila con Galileo, sin ir más lejos, recuerde, y tantas contradicciones más por uno y otro bando. Ese cura rural, tan poco bernaniano, que tiene plantilla es un lince. A él me encomiendo.
Cuando por fin he conseguido poner al día mis obligaciones profesionales después de las vacaciones, me puedo permitir castigarles con mis ideas simples.
Creo que este tema de Ciencia y «todo lo demás» es a veces engañoso. Creo que la Ciencia hecha por científicos está perfectamente representada por la actividad de Charles Darwin, mirar la Naturaleza, pensar sobre lo observado y hacer un modelo que lo explique lo mejor que se pueda, aún con la certeza de que NINGÚN modelo va a ser el definitivo. Otro punto importante es que todo modelo que no este construido con eso que hemos inventado los humanos, y que se llama Matemáticas, no es aceptable por aquello de su dificultad para ser entendido desde el rigor. Lo que nos muestra nuestro anfitrión es uno de los problemas más difíciles de modelar, pero no por ello debe renunciarse a hacerlo, pero siempre sin olvidar que hasta ahora TODOS los modelos científicos han sido mejorados, algunos dramáticamente como la Mecánica Clásica.
¿Un modelo de obligado cumplimeinto, Dr. Berlin? Hummm! Hab´r aque hablar de paradigmas, en plan Kuhn, pare empezar, que al fin y al cabo el mismo drama que apremia a la mecánica clásica se cierne sobre la teología. Y tener en cuanta la advertencia de Cicerón: «Haec paradoxa illi, admirabilia dicamus», es decir, lo que ellos (los griegos, llamaban paraodoja para nosotros es motivo de admiración. Quizá algún día quienes vengan detrás hallen un punto integrador de las dos perspectivas gnoselógicas que todavía perturban nuestras observaciones. O quizá no. Isaiah Berlin acaba de ponernos el ejemplo de Darwin, con la que le está cayendo al pobre esta temporada. A lo mejor quien lo tiene más claro es el cura de este blog.
Me alienta encontrar en un periódico ejercicios como éste, que encuentro en El Mundo y me alegra el viaje. Supone una gran pérdida que el periodismo haya aceptado defintivamente su papel superficial y, cómo no, por entero desligado de la cuestión científica, del saber en general. No hay viejos periódicos hoy como aquellos en que Ortega escribía El Espectador y Unamuno sus muchos libros «articulados». Este hombre es uno de los pocos cultos que le quedan a este periodismo de salir del paso por eso no le auguro nada bueno. LO que yo quisiera es equivocarme, porque admiro su tarea.
Esta mañana he oído a algún profesor (gm diría alguna «minerva») de mi facultad comentar en tono harto displicente la columna que comentan ustedes. Mi Facultad es Económicas, pero no duden de que peor sería escuchar lo que tivueran que decir de un tpo como gm en Filosifía, en Antropología y, para qué contrales, en sociología si la hubiere o donde la haya. Se rechaza lo que no se penetra. Si ese le consuela, mantenga el tipo y no se rinda.
Menos mal que hoy nadie ha salido con el rollo de lo difícil de leer que es lo que escribe a veces jagm. Vamos mejorando. Esta constatación me permite aplazar el comentario de fondo que merece el tema y su enfoque, y que yo haría más cerca de por donde va doña Epi que por donde ha ido el gran cerebro del redivivo Berlin.
Sursum, que te conozco… Un saludo.
Es porbable, senora/ta Atélite pero yo no tengo el gusto.
No sé si todavía podrá leer esta respuesta «Saint Germain», pero ahí va: pretendí todo lo contrario con mi versión sobre el Progreso de la Ciencia y el ejemplo de Darwin. Ningún modelo es la absoluta explicación sobre la Naturaleza, al menos ninguno lo ha sido hasta ahora, por eso no entiendo el comienzo de su comentario ¿Un modelo de obligado cumplimeinto, Dr. Berlin?. Es todo lo contrario, los modelos no son el paradigma, son la esencia de asumir nuestra limitación intelectual para explicar, nos volcamos en un intento de entender, no de pontificar, no de poseer la verdad absoluta. Algo similar a lo que me ha parecido entender en el ensayo sobre la libertad de John Stuart Mill, leido estas vacaciones, cuando entiende la absoluta necesidad de la libertad para no sólo el progreso social, sino la convivencia. No es capaz de definir de forma definitiva la forma absoluta de convivir en libertad, pero sabe que debe ser el instrumento, es decir desarrollamos un modelo de convivencia que será modificado en función de sus resultados y modificado en sus fallos. Todo ello al igual que hace las Matemáticas en el método científico, lo hace la libertad en la convivencia social. Ruego la comprensión de todos por mi evidente ignorancia sobre sociología.