No estoy de acuerdo con la áspera acogida de la oposición al candidato Griñán. Y no lo estoy porque una cosa es prever el continuismo en su tarea (y su discurso de antier ya lo anunció) y otra muy diferente es regatearle absurdamente la legitimidad o presuponerlo “marioneta” de Madrid. No se trata sólo de que hay que darle margen razonable al recién llegado sino de reconocerle una calidad personal que, al margen de cualquier discrepancia, me parece que está a la vista. Aparte de que a ver qué partido en esa oposición, considerando la historia, puede hablar de autonomía con la boca grande.