Los médicos, hartos de coles, fueron llamados ayer a la huelga en protesta por el estado de la sanidad, la falta de medios y el agotamiento de los profesionales que han de bregar ya con más de dos mil ingresados víctimas de la pandemia. Crece el número de pueblos peligrosamente contagiados y la propia capital de la autonomía encabeza el negro ránking mientras su Ayuntamiento dice estar desbordado por la francachela del botellón al que nadie osa aplicarle la mano dura a pesar de la constancia de que constituye la primera fuente de contagio. Por su lado, la Junta sopesa indecisa la aplicación de nuevas medidas que, ciertamente, podrían rematar el drama económico. Mal momento. En realidad, aquí no está ocurriendo nada ajeno al caos nacional en que, entre la autocracia y la incompetencia, ha provocado el Gobierno.