Como los toreros antiguos que escurrían el bulto cuando les correspondía un mal lote en el sorteo, la diputada Olona ha presentado su parte médico y ha tomado las de Villadiego. ¿Qué fue de la Olona prepotente que se permitía ofrecer a Juanma Moreno su imaginaria vicepresidencia? Pues nada, sino lo que ocurre siempre cuando se pierden las aventuras políticas. Claro que ella –rara avis en esta clase dirigente de aluvión— tenía fácil el elegante repliegue al contar con la plaza ganada en su día por oposición en un alto cuerpo del Estado. Se veía venir, porque una cosa es la vocación auténtica por el servicio público y otra bien diferente el caprichoso arribismo atento en exclusiva a la conquista del poder. ¡Buen viaje, Olona! Si algo sobraba en esta autonomía eran lo aventureros.