Parece que, como tal vez no podía ser de otra manera, la moda de los reventadores de actos ha llegado también a Andalucía. No es sólo ya en el País Vasco –ese territorio en libertad vigilada—donde al ciudadano no se le garantizan los derechos que le otorga la Constitución, ni siquiera en Cataluña, reino de la intolerancia nacionalista más desacomplejada, donde el discordante no puede manifestarse en público, sino en la pacífica y no poco mansueta Andalucía, según acabamos de comprobar en Granada y en sede universitaria en la violenta bullanga organizada contra Fraga en la inauguración del curso. Ninguna muestra de descomposición más elocuente que ésta del imperio de la violencia y su empleo como instrumento político, y pocas tan peligrosas en el clima de enfrentamiento maniqueo, sin duda auspiciado por la propia estrategia gubernamental, que se desarrolla hoy bajo la excusa de recuperar la memoria histórica. Es verdad que el propio presidente de la Junta y del PSOE ha debido desautorizar a esas bárbaros y que las Juventudes Socialistas han rechazado como impropio semejante ataque a la libertad de las personas y de las instituciones. Era lo menos que podían hacer. Pero pone los pelos de punta escuchar la desinformada y tremenda retórica del Sindicato de Estudiantes mostrando “todo su respaldo” a esa “partida de la porra”, escucharle decir bobadas como que la presencia de Fraga en una universidad constituye “un insulto para la izquierda así como para el movimiento estudiantil y obrero (¿)”. Da grima oír a unos jóvenes criados en democracia ver en ese ejercicio incívico “una reacción espontánea de una mayoría” contra cuyos miembros aseguran que Fraga firmaría sin despeinarse las sentencias de muerte que fueran precisas. ¿Se les está yendo o no se les está yendo de las manos la función, era o no peligroso sembrar los vientos que están provocando hace tiempo estas tempestades? En España empieza a ser normal o a considerarse inevitable no sólo la exclusión de Fraga o Carrillo, de Acebes o de Piqué, de la vida pública sino el silencio impuesto ya en muchas ocasiones a gente como Savater, Rosa Díez, Albert Boadella, Arcadi Espada o cualquiera que ose discrepar de la opinión minoritaria pero realenga de esas partidas tumultuosas. Entre la ‘kale borroka’ y estos porristas de ocasión no hay más que una diferencia de grado y el Estado carece de autoridad para cumplir con su elemental función como garante de la libertad y la seguridad de todos. Es triste y es indignante escuchar a estos jóvenes envenenados. E inquietante comprobar que su anomia es tolerada como inevitable.
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Hay una diferencia, en todo caso, entre los demócratas y esos revolucionarios mediopensionistas. Y es que mientras los primeros no consideran democrático un régimen donde un solo ciudadano sea silenciado por la violencia, para los segundos silenciar por la violencia es acaso su única (sin) razón política. Son “los otros guerrilleros”, y como aquellos –los que se afiliaban nada menos que bajo la advocación de Cristo Rey– probablemente acabarían escondidos bajo las piedras, a las primeras de cambio, en cuanto la autoridad los pusiera en su sitio. No hay modo, por eso mismo, de condenar a estos rebeldes sin causa sin pedirle cuentas a esa autoridad débil, atrapada en sus inconfesable compromisos, que tunde a palos, cuando el caso llega, a los jornaleros que importunan a una duquesa amiga, pero permite que los alevines de sus “amigos políticos” destrocen la democracia como en los viejos tiempos. Una pena, que cuatro gatos puedan erigirse en instancia superior a la Constitución y administrar por su cuenta, aunque con poco riesgo, la libertad de los demás. La de Carrillo como la de Fraga, o la de los demócratas de esa lista en la que, por desgracia, a estas alturas faltan ya muchos. La revolución de pacotilla es un disparate. Pero el fracaso de la autoridad es un drama que puede terminar en tragedia.
La boca llena de la palabra «tolerancia», la piedra ne la mano. Ja tiene mucha razón y notable valor no en fefender a Fraga, que no es lo que hace, sino en abominar de la intolerancias, de la ciolencia como «ultima ratio». Ún acierto llamarles «nuevos guerrilleros»- Se lo merecen.
10:09
El asunto no es para tomaod a título de curiosidad. Miren lo qu eocurrió ayer en Buenos Aires: pistolas y palos a cuenta del pasado. Lo que aquí busca, con una temeridad excepcional, ese oportunista resentido que marca la agenda de la nación. Hay demasiada gente en España que no puede hablar ya. Y hasta Fraga debe poder, hiciera lo que hiciera contra la libertad de expresión de los otros, porque si no estaríamos en una sitruaicón comparable a la que en su momento impuso él.
(Reloj parado)
Lo malo es que en España se pone cada día más difícil hablar de pol´tiica, no sólo en País Vascongado o Cataluña, sino en cualquier parte. Con mis cuñados, con mis familiares y amigos íntimos, noto esa división fomentada en esta legislatura. Vamos camino de cristalizar los dos bandos de nuevoi, ahora que providencialmente habíamos conseguido diluirlos. Aborrezco a Fraga mucho antes que esos vándalos, pero no quiero que ningún español le tape la boca a otro.
Lo he dicho alguna vez ya -Epimorcilla-. El tal Petru Arkan, el moldavo que violó, torturó, robó y mató en Madrid no era un pringao ni un chaveta. El tipo sabía que, de pillarlo, en Expaña era donde más barato le saldrían sus fechorías.
Tras la dureza de un régimen cuarentañero -menos lobos, Caperucito- quienes llegaron con el lastre añadido del sarpullido sesentayochista, aunque algún cebrianillo y similar engordaba de la teta gorda, digo que dieron un pendulazo que ríete del botafumeiro compostelano. Del todo está prohibido se pasó al todo vale en nombre de la conquistada, je, je, libertad.
Si casi hasta los ochenta caían abatidos estudiantes volandones por disparos al aire de la policía, a partir del nefasto 82 se abrieron las compuertas del avasallamiento por todo aquel que se pusiera por montera los códigos civil, penal y mediopensionista.
Para colmo las sucesivas LODEs, LOGSEs y sus traducciones autonómicas, han puesto en la calle a nada menos que dos generaciones convencidas de que se puede uno reir de las leyes, que no pasa nada. Estos mocitos trogloditas, ignaros y violentos, son ya algunos hijos de los que conocieron a algún padre abofeteando a una maestra o dándole un cabezazo a un munipa.
Tras casi veinticinco años de barbecho, en la estepa expañola crecen sin límites los yerbajos del barbarismo impune, de estas partidas de la porra que tiran piedras a Boadella o escupen y abuchean al viejo Zapatones. Y me dicen que hay cada vez más gente que se federa para poder tener una pistola legal en su casa. Mal vamos.
Mi8entras un solo ciudadano no pueda expresarse libremente, NO hay democracia. Que es lo que quieren, lo sepan o lo ignoren, ambos extremismos.
19:24
Si, Sr. cura.
¿Es CULPA de la Ley de la Recuperación de la Memoria auspiciada por el Gobierno Español, y no de la ACTITUD de la espantosa oposición de “ultraderecha” que tenemos en este país que NO RESPALDA ESA LEY?
¿Y de la PRENSA, sobre todo de las de RADIO, que echan llamas por la boca, que entran ganas de entrar en la emisora y ponerles un esparadrapo?
ESOS SÍ QUE ENVENENAN, ENFRENTANDO A LOS ESPAÑOLES, SEMBRANDO ODIOS, ANTES INIMAGINABLES.
NO, José Antonio, NO, la Recuperación de la Memoria no tiene por qué traernos esos problemas, sobre todo habiendo dejado claro en la Ley que no se va a molestar para nada la memoria de los criminales dentro del bando vencedor como ya se hizo en la TRANSICIÓN.
Vaya, jefe, tome nota de la corrección de la empecinada Atélite. Lo que no tiene remedio, no lo tiene, por más vueltas que le demos.
Dígale a doña Atélite que mira para acá, para Argentina, y vea a los «memoriosos» a tiro limpio por las calles disputándose una reliquia de Perón, tantos años después. O no le haga caso.