Mientras el ferragosto nos abruma y la región arde por los cuatro costados, los linces de la Junta se quiebran la cabeza pensando en sus replicantes de Doñana, que constituyen hoy día el «resto» superviviente en la teología del neofranciscanismo animalista. No saben qué hacer con la legislatura , eso no, y sopesan la posibilidad de tocar «generala» en otoño dando por finalizada su monarquía tutelada por Ciudadanos –aunque ello implique dejar inédita en el tintero más de media lección– y precipitar el pulso con el ave fénix de la nueva derecha. Tras un mandato tan duradero como el franquista, la verdad es que pueden permitirse cualquier cosa.