La apasionante e inacabable contienda entre Nadal y Federer sugiere con vehemencia la epopeya conradiana de “El duelo”, aquella historia memorable –se ha llegado a decir que el relato más perfecto jamás escrito— que cuenta la historia de los dos húsares napoleónicos que consumen su vida, sobre el fondo ‘rojo y negro’ de la locura imperial, empeñados en una cadena de duelos interminables motivados por una oscura causa en cuya probable futilidad los especialistas han creído ver, a mi juicio con razón, su sentido último, a saber, que el hombre, los hombres, vivirían su vida, cada cual a su modo, como protagonistas de un drama cuyo argumento ignoraran. Pocas cosas seducen tanto a la muchedumbre como estas ordalías vitalicias que unen a dos rivales de por vida para que por ella avancen, como alguna vez se ha dicho, a base de victorias alternativas pero nunca definitivas. La fascinación por el duelo permanente y, en consecuencia, inacabado, sublima la pasión por el honor precisamente porque los duelistas aparecen como actores atados a una fatalidad inexorable que no solamente prolongará la función en el tiempo, sino que acabará por identificarlos en el plano de un subyugante gemelismo moral que duplica el interés y potencia la emoción. Nadal y Federer, como ‘D´Hubert’ y ‘Feraud’, no son rivales al uso sino enemigos íntimos, en la derrota o el aniquilamiento de cada uno de los cuales el otro halla la razón de su existencia, sin que probablemente el duelo acabe nunca de manera clara por la razón elemental de que no se trata de eso, del desenlace (como en la ordalía), sino de la pugna misma, de la mera experiencia del ejercicio agónico fuera del cual la vida –la biografía—carecería de sentido para los protagonistas.
Siempre me intrigó la causa profunda de la pasión competitiva, el hecho de que el ser humano –a diferencia del resto de los animales—vea en al competición y en la lucha no un espectáculo ajeno sino una función participable, un asunto que significa tanto como representación que como experiencia, algo así como la ocasión de colectivizar el sentimiento a base de participar en el ajeno. Los húsares de Conrad ‘son’ fundamentalmente ‘duelistas’, esto es, que el duelo no es ya para ellos (como probablemente no lo es hace tiempo para nuestros tenistas) un acontecimiento aislado de su vida sino la vida misma, la razón última de una existencia en la que todo lo que no es el desafío carece de entidad vital, es simple circunstancia. Hay un eco trágico y griego en estas rivalidades fatales, vividas como “fatum”, como destino, más allá acaso de la libertad individual. Y eso es lo que enloquece a las muchedumbres, lo que pirra al homúnculo moral incapaz de propinar un mandoble o devolver un revés. Estos campeones no saben que pertenecen al linaje de los héroes. Bien pensado, mejor que no lo sepan.
Me quito el gorro.
Lo que dice nuestro anfitrión es exactamente lo mismo que indica Roberto Saviano, en su libro-suicida «Gomorra», acerca del senitmiento que mueve a los personajes del mundo de La Camorra, la mafia campaniense (3.600 muertos entre 1979 y 2005, sólo por su causa, sin contar las otras «mafias» italomeridionales). Que es en suma lo mismo que observa el empresario norteamericano St. Bing cuando compara el mundo de los negocios con la historia de la primitiva Roma («Roma S.A. El auge y caída de la primera multinacional de la historia», Barcelona, Gestión 2000).
La pasión por la competición, por la lucha continua (como escuché a Morante de la Puebla), como dice ja, siempre nos ha distinguido. No hay nada que dé más prestigio que la victoria (aunque nos acerque a la muerte). Y la comunidad admira a sus héroes tanto como los teme. El sentido agónico, de lucha, de competición, lo llevamos en el fondo todos. No por casualidad el ágora, el lugar del agón, se convirtió pronto en el centro de la vida política, de la vida de polis. Y no olvidemos que esta palabra (relacionada con «polémica») significa en principio «centro de guerra» y no centro urbano, como lo manifiesta muy bien el caso de Esparta, que no era sino una confederación de cinco aldeas cuando venció a la Atenas que se encontraba en el cúlmen de su poder, en el siglo V a.C. Lo dice Tucídides y lo dice la Arqueología, otra cosa es que no queramos enterarnos. No se lleva ya el pensamiento de Heráclito: «Pólemos (la guerra) es el padre de todas las cosas y el rey de todas, y a unos los revela dioses, a los otros hombres, a los unos los hace libres, a los otros esclavos» [fr. B 53]. Pero en el fondo no creo que hayamos cambiado tanto, como bien se deduce del magnífico texto de nuestro anfitrión.
Saca fondo usted de donde no lo hay, amigo jagm, y en términos tan bonitos como puede apreciarse hoy en esta columna de lujo que,. como en tantas ocasiones,. no me resistoi a comparar con las que versan sobre zetapés, sorayas y rajoys, tan aburridas. Una preciosidad de idea, como lo es el relaot de Conrad que usted recomienda de hecho con su recuerdo.
mi felicitación por esa ocurrencia de comparar a los tenistas con los tenientes de Conrad, porque me ha traído a la memoria tan bella obra, y porque lleva mucha razón en sus agudos comentarios sobre la condición humana y el papel de la com petición y el honor en la vida de los hombres. Hace usted cultura impropia de un periódico, y la hacxe cada día. Incluso los lectores de su blog, además de agradecidos, nos sentimos orgullosos.
Caca de la vaca.
Ese NN es un imbécil con balcones a la calle.
Señor ZZ, ¿ha oído usted hablar del síndrome de Gilles de la Tourette?
Si Numa se quita el gorro, servidora lleva toda la mañana sin la peluca, con lo cual las escasas y desmadejadas greñas que me quedan, andan a la ídem.
Sí señor. Leer una columna como la que ha bordado hoy el Anfi hasta la reconcilia a una con una mancheta que cada vez hace más méritos para olvidarla. Quedan más de diez justos aún. Para colmo, mi don Genaro no nos priva tampoco de su saber y su elegante forma de derramarlo.
¿Y a mí, que tuve un medio noviete pirao por el boxeo, que me ha venido a la memoria aquella entretenida saga entre Mando Ramos y el paisano Pedro Carrasco?
NN, seguro que eres un masoca, además de otras cosas innombrables para una señora como yo. Disfrutas con que te den kaña. ¿En cuál de tus posibles mil padres me cisco hoy?
No entendemos cómo hacebn caso de los cuatro descerebrados (quizás no lllegan) que se crecen escribiendo en este blog. Menos si cabe por qu´ñe no arbitra el anfitrión alguna manera de escluirlos del casino, como se excluye al molesto en todas las sociedades. Hoy además bno sé si respiran por la herida del resentemineot porque pocas columnas ha habido en estos últimos tiempos (y no sólo en La Cruz del Sur) tan redondas y brillantes.
Querríamos saber que es eso del síndrome de Gilles de la Tourette? No sea solipsista, don Rafa, comparta sus saberes que para eso estamos.
Ignoro la formulación técnica, me aventuro sólo con ayuda wikipediana: las personas con síndrome de gilles de la tourette sufren algún tipo de trastorno obsesivo compulsivo por el cual la persona siente que algo tuviera que hacerse repetidamente. No es raro que el trastorno alcance al lenguaje y no es infrecuente hablar con abundancia de expresiones sucias (la perla de hoy sobre la caca). Lo que, finamente, se denomina como coprolalia: lo opuesto a Eulalia, vamos.
No soy quién para jugar a los diagnósticos, simplemente me llamó la atención el afán repetidamente incordiante de este señor así como la forma de refocilarse en lo coprológico.
Por lo demás, y como tantas otras veces, he disfrutado el artículo y los commments de todos ustedes, aunque no se me ocurra añadir nada.
Saludos cordiales
la vida en si es una competicion aunque podriamos dividirlos simplificadamente en dos por un lado estan en el mundo desarrollado una supervivencia economica en el subdesarrollado una supervivencia vital. un saludo Don Jose Antonio
– Sí, tío –respondió madame la Générale, abriendo mucho sus hermosos ojos-. ¿No es increíble? C’est insensé: ¡de lo que son capaces los hombres!
– ¡Ejem! – puntualizó el viejo émigré-. Depende qué clase de hombres.
Bello y original, santo y seña de la pluma de nuestro Anfi, aunque mi Conrad preferido huela a salitre y a Trópico. Me imagino al manacorí y al suizo compitiendo por los siglos de los siglos ya sea en un Juego de Pelota de la Mesoamérica ancestral o en la final del Roland Garros de este año.
Smuak, smuak, smuak
(Sin ánimo de pedantería).
El S. de G. de la Tourette es un trastorno neurológico, no psicológico, con componenete hereditario. Se manifiesta en edades tempranas, -claro, que la edad mental de NN puede andar sobre preescolar- afecta más a varones y se caracteriza por una repetición, al principio con cierta voluntariedad como mecanismo de defensa y termina en reproducción involuntaria que asume el carácter de movimiento convulsivo, inoportuno y excesivo. Son los conocidísimos tics.
La anterior sería su forma simple. En la compleja se acompaña de tics vocales que incluyen toser, carraspear, gruñir (¡NN!), inspirar fuertemente aire por la nariz, soplar, olfatear o chasquear con la lengua, entre otras, pudiendo añadirse la expresión de vocabulario o frases fuera de contexto, coprolalia,(el empleo de palabras obscenas en público, tan infantil como nos demuestra NN), ecolalia…
O sea, que ¡línea!, mi don Rafa, aunque no continuemos para bingo.
Con asco solo les digo que mierda para todos ustedes sin ninguna excepción.
He leído y releído la columna unas tres veces durante el día, saboreándola despacio, como solemos hacer cuando nos cae en las manos algo excepcional venga de la literatura o del ensayo, que de ambos participa hoy la obra de nuestro ja. No me quedo con las ganas de decir que me extraña que hoy no se haya desbordado el casinillo, dado que estimo que se nos ofrece la mejor columna escrita por jagm en mucho tiempo: ocurrente, culta, creativa, profunda, brillante… He recirminado su silencio a Miller y a Ropón, ambos silenciosos hoy, auqnue me han dado alguna excusa razonable… Querido ja: sigue así, hijo, no entregues la cuchara, como dices tú, que les vayan dando a tus coleguitas del «sorayeo, el rajoiyeo y el zatapeo», con perdón por las desinencias cacofónicas, haznos partícipes de trus muchas lecturas y de tu vasta experiencia como «razonante», que ya sé qu ete gusta ese término tan orteguiano. Algún día se te reconocerá el mérito –le que ya te reconocemos muchísimos lectores hace años– en medio de esta torpe algarabía de escritorcitos politiqueros y periodistas aburridos. Un abrazo conradiano, cono el que te daría El Negro del Narciso.
Es verdad, me ha llamado hecho una hidra por mi silencio. No sabía que ando de exámenes en mi Univ. y liado con las consultas constantes de los chicos, que aquí no es la cosa como en España… A lo que vamos: una columna de bandera, un ejerciocio de sensibilidad culta e inteligente, porque cada día este amigo nuestro nos prueba que la experiencia es un grado y yo –que lo conozco hace mucho– doy fe aquí de que él ha madurado una cosa mala y sigue madurando por días. Brillante interpretación de un tema precioso. Me gustaría también a mí que escribieras así todos los días. ¡Con lo difícil que debe der ser eso…!
Siento venir tan tarde pero yo también, aunque no en la universidad estoy que no doy abasto con el trabajo que tengo…
Magnífica, bonita, maravillosa columna tan entretenida…
¿De veras hay esta competición entre Nadal y Federer? Y yo que pensaba que unían sus fuerzas contra los extranjeros ….!
Besos a todos
Vaya, un poco tarde (por el cambio de hora) pero me uno al coro
de admiradores, cuando nos deja este ja con tan buen sabor de
boca ¡buen vino sí señor! ..y hay quien se lo pierde!