Siempre la lengua fue compañera del negocio, diría hoy Nebrija a su Reina atendiendo a las circunstancias. Cierto que esa lengua sigue siendo la “compañera del Imperio”, pero bien sabemos que la utilidad del inglés proviene hoy de su empleo comercial más que de la hegemonía política. Una encuesta reciente del Centro de Lenguas Aplicadas de Washingto, acaba de constatar el cambio profundo de la demanda idiomática en un país que se prepara ya para nuevas hegemonías y, en especial, de la china, del mismo modo que durante las décadas que duró la expansión japonesa, procuró elevar el aprendizaje del idioma nipón. Los datos son concluyentes: más de millar y medio de escuelas tanto públicas como privadas ofrecen a sus alumnos cursos de chino en detrimento de los que hasta ahora venían favoreciendo al alemán, aprovechando, entre otras cosas, la importante ayuda que proporciona para ese objetivo la misma China. Sólo el español y el francés superan, de momento, al chino, aunque las previsiones al respecto son del todo pesimistas, debido, sobre todo, a que la pasividad del Gobierno ha favorecido que casi 30.000 centros prescindan de sus cursos de lengua extranjera. Una activa corriente de propaganda –considerada irresponsable por parte de la prensa más influyente– se ha impuesto a base de divulgar la idea de que el dominio de esa lengua de futuro constituye un resorte decisivo a la hora de colocar a las nuevas generaciones en posición ventajosa. Incluso he visto en el NYT un velado aviso a los navegantes sobre el riesgo que implica menoscabar la hegemonía universal del inglés, pero mucho me temo que caerá en saco roto. Cuentan que los soldados de Vietnam solían aprender a chapurrear la lengua local como imprescindible para su comercio prostibulario. Occidente está aprendiendo chino para no perder comba en los negocios. Parece que estamos en las mismas.
Si algo caracterizó la cultura occidental en sus inicios fue la capacidad políglota de unas élites que dominaban las lenguas clásicas y semíticas como requisito de una decisiva operación de cambio de mentalidad y, ciertamente, fue también en esa época cuando se produjo la llamada “moda del español” en el Mediterráneo y fuera de él, en línea con la visión de Nebrija de la lengua y la espada, que era justo la inversa de la cívica imposición del griego como ‘koiné’ en el mundo Antiguo. En USA se está imponiendo a calzón quitado el chino desde la conciencia de que en tan lejanas manos está ya la parte del león de la deuda americana. Siempre la lengua fue compañera del negocio. Nebrija sabría perdonarnos este retoque en su famoso lema.
Viviendo a un kilómetro del colegio chino de Madrid perdí para mis hijos la oportunidad de que fueran bilingües del mandarín sin menoscabo del imprescindible inglés. ¡Quién lo iba a decir!
Helas oui, difícil separar la lengua «cultural» de la «comercial», that’s the problem.
Me parece, en efecto que el mandarín podrá ser de gran utilidad para las generaciones venideras.
Besos a todos.
¿Por dónde andará el gorrino mayor? ¿Estará por Washingtó, con tó sus mulas?
Chinita tu, chinito yo
Chinito tu, chinita yo
Y nuestlo amol así selá siemple siemple igual
Cuando te digo china china china del alma
tu me contestas chinito de amol…..
Abu, los axiones neuronales empiezan a patinar.