Otra ‘fase’ de la “Operación Malaya”, en esta ocasión para añadir al medio centenar de personajillos empapelados y detenidos, algún mascarón habitual de la telebasura. Lo que faltaba. Se comprende la complejidad que tantos años de administración pirata, en el más completo descontrol de la autoridad competente, conviertan el caso en un laberinto, pero está claro que el sentido común reclama hace tiempo que se cierre un sumario no poco extravagante que, a la vista de las actuaciones ya conocidas, tiene en un sinvivir a más de uno y a más de dos, incluso en las altas esferas administrativas y políticas. Nunca es bueno que se prolonguen los enredos judiciales, y menos que nunca cuando lo que se descubre provoca una alarma social sólo comparable a la demoralización sentida en la opinión pública. Hay ahora mismo en España unos cuantos laberintos que, sin grandes dificultades, podrían equipararse al de Marbella. Es lástima que la lentitud con que se gestiona éste lo esté convirtiendo, en exclusiva, en una novela rosa lo que ya tiene bastante de novela negra.
Berlanga tenía razón: «TODOS A LA CÁRCEL». La realidad supera al arte.