No es oro todo lo que reluce en la revolución cibernética. Un internauta chino, según informa la prensa pequinesa, ha fallecido, derrumbado sobre el ordenador de un cibercafé, tras pasar tres días con sus respectivas noches pegado a la pantalla. Según un periódico pekinés, la muerte del hombre, de unos treinta años y constitución fuerte, se produjo el sábado pasado cuando el centro estaba abarrotado de usuarios que, como es lógico, huyeron aterrados ante el trágico suceso para volver a sus puestos horas más tardes, cuando el ciber reabrió sus puertas una vez superado el soponcio. Nada pudo hacerse en la ambulancia ni en el hospital, fuera de certificar un fallecimiento atribuido por los médicos, en principio, a un fallo cardiaco provocado por el desusado esfuerzo, e igualmente se ignora la índole de tan larga navegación o los motivos de la hazaña, pero al Gobierno chino le ha faltado tiempo para utilizar el suceso en apoyo de su política de control de la informática, comenzando por prohibir de un plumazo nuevas aperturas de centros públicos y dejando entrever que van a adoptarse medidas cautelares –ya existe una suerte de censura no poco eficaz en aquel inmenso país– para mantener razonablemente controlados a esos más de ciento sesenta millones de usuarios que diariamente se asoman al mundo por encima de la Gran Muralla. ¡Tres días con sus noches navegando sin descanso! La pasión internáutica, sobre todo en los más jóvenes, recuerda ya a los viejos motivos legendarios en que odiseos y argonautas viajaban sin rumbo en busca de islas y vellocinos, o esos pilotos de Conrad que aguantaban, proa a los vientos más feroces, la violencia del tifón, cierto que ya sin rastro de aquella poesía arcaica y como arrastrados por una ilusión que ha llegado a obrar el milagro de sublimar la realidad concreta en la irresistible apariencia virtual. La leonera del chico o el rincón del solitario han abierto sobre el infinito el amplio ventanal de una imaginación que, junto a evidentes beneficios, no cabe duda de que está provocando perjuicios quien sabe si irreparables.
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A don Alonso Quijano, de tan poco dormir y tanto leer hazañas de la caballería andante, “se le secó el cerebro” que no recuperaría hasta el lecho de muerte, pero es posible que cada época disponga de su atracción fatal, e igualmente lo es que, en la nuestra, la obsesión navegante del internauta haya acabado por figurar sus propias Dulcineas y por fingir sus propios castillos encantados, sus gigantes y sus encantadores, hasta secarle el seso a mucho hidalgo aunque también a mucho hideputa. Hay ya por ahí quien todo lo abandona por seguir a la dama imaginaria –no sabemos el juego que la “cita a ciegas” podría haberle dado a Cervantes–, hay quien liquida el negocio familiar y huye con el botín en pos de un destino imaginario, hay quien emigra a otro continente o, incluso, quien miserablemente espía a niños inocentes para revenderlos en la lonja de la perversidad. Signos ciertos todos ellos de que no hay “novedad” enteramente benéfica sino que cada avance cualitativo conlleva eventualmente sus efectos indeseables, dicho sea todo ello son atisbo siquiera de revivir la histórica porfía entre “antiguos” y “modernos”, sobre la que mi maestro Maravall escribió tan memorable y definitivo ensayo. Un hombre muerto por extenuación tras tres días de vigilia cibernáutica es un supuesto que desborda cualquier argumento, aunque es posible que esa noticia exótica debiera preocuparnos por el impacto irrefrenable, adictivo, que el instrumento de la nueva era anda produciendo sobre chicos y grandes en medio de una indiferencia suicida. Los chinos, por lo menos, van a tratar de controlar el abuso de la consola. Yo me conformaría con que aquí hicieran lo propio esos padres que ven en el ordenata del niño el ídolo intocable de su leonera.
Las adicciones eso es lo que tienen: que en cualquier momento te metes una sobredosis y palmatoria total. Bien traída la alusión a don Alonso Quijano, el Bueno, con la diferencia de que era éste un héroe de ficción y el chinito es/era una persona real con nombre propio. Pudo morir de inanición o más bien de ansias de volar, Ícaro del cyberespacio.
Pero voy a incidir sobre ese último párrafo del Jefe. Si tenemos la mierda de sociedad que tenemos es porque juntos hacemos un montón de mierdecillas que la conformamos así. No me he reproducido, dicho queda ya demasiado, pero no creo que hubiera incurrido alegremente en meterle como baby-sister a un retoño, primero una tele dentro de su dormitorio y hoy psicólogos, pedagogos y cualquier persona de sentido común, sostiene que el ordenata con internet debe estar al menos hasta una edad adecuada en una zona de paso, el salón, la sala de estar o similar y nunca dentro de la habitación del menor. Se ponga éste como se ponga porque sus amiguitos así lo tienen. Lo ideal sería instalarlo desde un principio en dichos sitios, como lo más natural del mundo, como un elemento del que debe participar toda la familia. El horario debe ser negociado y acordado, cumpliendo cada uno sus compromisos. Desde el luego, el niño sólo en casa con el ordenata, no. De ninguna manera.
Pero a estas alturas de la película, pedir a los padres responsabilidad y concienciación es un atentado contra el buenismo, la permisividad, la tolerancia, la confianza de los mayores en el recto proceder de sus infantes. Disculpen que no siga, me está dando como muchos días la risa floja.
Certera comparación: la adicción es siempre el mismo perro aunque cambie el collar. Y no hay novedad sin riesgo, lo que, como bien hace jagm, no implica replantear la vieja polémica sino avisar a los navegantes del mito del progreso indefinido y fatal, oh, Condorcet. Mueren nuestros jóves en ese altar como ayer en el fumadero o mañana en… Pero la murete es la misma y la causa, la debilidad humana y nuestra tendencia a la adicción.
Nos han engañado como a Chinos y hace tiempo que digo que el sentido común es el bien peor repartido del mundo.
Yo misma no tengo tele, (justamente porque si no pierdo un tiempo infinito viendo tonterias) pero tengo ordenador y creo que lo utilizo demasiado: estoy enganchada.
Antes también me pasaba el tiempo leyendo cualquier cosa. En realidad, la cuestión es evadirse de la prosaica realidad… y así andamos, pero qué se le va a hacer. No vamos a dejarnos morir de abulía y aburrimiento, ¿no?
Escribe usted, excelentísimo Don José Antonio, «o, incluso, quien miserablemente espía a niños inocentes para revenderlos en la lonja de la perversidad. Signos ciertos todos ellos de que no hay “novedad” enteramente benéfica sino que cada avance cualitativo conlleva eventualmente sus efectos indeseables» y se queda tan tranquilo bien descargada por hoy la mala conciencia tras el enunciado políticamente correcto.
¿y si fuera su hija la víctima inocente de los indeseables espías que trafican en la red? ¿y si fuera su hija la mercancía revendida en la execrable lonja de la perversidad?¿y si usted fuera cómplice callado, voyeur, uno más, de tan siniestras prácticas??
¿Se ha quedado usted tranquilo señor don josé antonio??. No conoce todavía las ventanillas y las nueve puertas selladas de las oficinas de delitos tecnológicos. De poco le servirían Montaigne ni todo el acopio de sapiencia de su venerado maestro.
¿Y si fuera su hija??¿Callaría igual??
19:32
No se apure, doña Sicard, que le queda a Vd. todavía mucho jugo en el coco, en cambio, parece que doña Lola lo está perdiendo a chorros.
((¿Me ve bien profesor? Puede usted escucharme, siempre que cuente con la ayuda inestimable de la alta tecnología ))
Excelentísimo don José Antonio:
un algo de frívolas molleras cómplices (allá usted con sus conclusiones universalistas y antropológicas). ¿Conoce, por ventura, a tan insigne caballero andaluz? No dude procurarle socorro, favor y ayuda. El sí que la necesita. Por la bendita docencia y la mejor justicia.
«»»»»»Un largo paseo por Valladolid y alrededores, con descubrimiento de Gregorio Fernández y breve escapada a Galicia.
Para cambiar de aires, un demorado itinerario por Inglaterra, Gales, Cornualles… Un viaje sentimental y, por tanto, literario. Antonio Rivero Taravillo fue un guía experto e impagable.
Y hasta me ha dado tiempo a mirar escaparates y entrar en tiendas por Pamplona de la mano de Adaldrida. No compré nada (tampoco entendí nada), pero me divertí mucho.
Bueno, se acabó el verano.
Ahora empieza el verdadero viaje. O sea, el cursus.
Favor, socorro, ayuda.
Publicado por Enrique Baltanás en 10:38 AM 2 comentarios
Etiquetas: Divagaciones, Ecos
sábado 15 de septiembre de 2007
El desnudo como remedium concupiscentiae
En Giovanni Papini, cuyos cuentos y ensayos redescubro estos días, ésta cuanto menos curiosa, si es que no paradójica, observación:
[…] Y también por otra razón Miguel Ángel consideraba la escultura como emperadora de todas las artes: porque es remedio de la sensualidad.
La concupiscencia es muy excitada por el cuerpo humano desnudo; la escultura, arte por excelencia del desnudo, consigue disociar, con la perfección misma de las formas, el estímulo lascivo de la contemplación de la desnudez humana. La sublimidad de la creación plástica purifica, en el espectador, todo bajo impulso carnal. La escultura perfecta es catárquica; el escultor es, a su modo, un moralista.
(G. Papini, «Pensamientos sobre Miguel Ángel», en Descubrimientos espirituales, selección y traducción de Vintila Horia, Buenos Aires, Emecé, 1951, p. 137)»»»»»»
Doña Lola de mis entrañas: sea algo más clarita, por favor. Tenga en cuenta que algunas no alcanzamos a entender sus enredosas elucubraciones. Que muchas no somos ni de ciencias ni de letras, sino meras aficionadas. Mire que la leo y la releo y tengo la p… o el cl… -no me aclaro- hecho un lío.
Nos autotraduzca, por fa. Gracias muchas.
Piense en su hija, José antonio, en su esposa, en su familia. Olvide falsos filósofos traficantes, periodistas corporativistas, romanes, herreras, vampirellas, abellanes y quinteros. Luchen contra este tráfico ilegal de personas, intimidades, videos, cintas, los dossieres y los chantajes. Olvide silverios vendidos. Por favor, no quiero morirme sin recuperar mi vida. no es una película de bonilla ni un gag del grupo risa. no somos el laboratorio matarile del doctor jambrina.por amor de dios, no miren para otro lado mientras Chaves y Camacho hacen campañas «Puede pasarte a ti»»¿en tu casa o en la mía??
SON CAPACES DE CUALQUIER COSA. MUCHOS Y COBARDES. MÁS DE UNO CONTRA CIEN .MÁS DE CIEN
¿Dónde se ha perdido la Sra. Lola? ¿Y don Basta Ya con su lanza y su adarga?
Aquí somos gente de paz, amigos.
Me da que Lola es Lolo o «Loli», ¿me equivoco? Es que me suena ese tono de Cruela de Vil…
Prudente admonición, no haga caso de comentarios dislocados.
Creo, querido y sufrido gm, que hay quien se enajena con el ordenata y quien sublima insultando en la Red. A veces, como vemos, incluso sin tener idea de como unir una palabra a la siguiente. Los demás hemos leídos, supongo, la columna como siempre, con gusto y afecto.
Hay exaltados por doquier…. O mal intencionados.
Pero en todo caso, el título ¡ni que de perilla!
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