No hay otra respuesta. A pesar de las diferencias, de las críticas, de los defectos de nuestro sistema de libertades, la única respuesta posible y necesaria es el voto. La inmensa mayoría cívica contra una exigua minoría de malhechores: esa es la imagen que hemos de dar hoy todos los españoles, por encima del miedo, por encima de la tentación del aislamiento. Este sistema que con todo derecho cuestionamos exigiendo su perfeccionamiento es incomparablemente mejor que cualquier otro basado en el arbitrio y la violencia. La voluntad de la mayoría –acierte o no– es el único instrumento de que disponemos para proteger nuestras libertades. Hay que ir a votar –en rojo, en azul, en verde, incluso en blanco– como respuesta al desafío y a la amenaza de los bárbaros. Una mayoría aplastante sobre una cuadrilla de bandidos que en las urnas pueden hallar el principio de su fin.