No ha constituido ninguna sorpresa la estremecedora noticia de que la policía turca ha acabado descubriendo el cadáver de una joven kurda desparecida en el corral donde su familia criaba las gallinas. Yacía en una zanja profunda en la que fue enterrada viva por su propio padre para librar a la familia de la ‘deshonra’ que suponía la afición de la adolescente a salir con chicos, y las espeluznantes conclusiones de la autopsia demuestran que no padecía lesión alguna previa a la muerte sino que falleció asfixiada mientras, acurrucada en posición fetal, inspiraba a la fuerza la tierra que le amontonaban encima sus verdugos familiares como castigo por su inocente crimen. Trescientas mujeres siguen una suerte parecida en esa Turquía que pretende incorporarse a Europa y que sólo por presión de ésta, y hace sólo un puñado de años, eliminó del código penal un precepto en el que pervivía un medieval atenuante para semejantes delitos que, al parecer, siguen gozando de notoria popularidad. En la India y otros países, en los que también el matrimonio sigue siendo pactado por dinero entre las familias y en los que el rechazo femenino del pretendiente es considerado como una injuria, son habituales los atentados contra la mujer a la que se le desfigura el rostro con ácido entre otros procedimientos, sin que hasta ahora haya servido de mucho ni poco la intensa protesta internacional. ¿No se ha discutido en Francia –y en España: soy testigo—sobre el derecho “multicultural” a la ablación del clítoris o a la infibulación? No creo, por lo demás, que quepa distinguir esencialmente entre esos crímenes de los que entre nosotros se cometen un día sí y otro no (es la estadística, no una frase) por mano del macho herido en su amor propio o en su paranoia, pero es evidente que habría que vetar la asociación a todo país incapaz de superar tan primitivos estados de la conciencia. Quizá Shakespeare brindaba al sol cuando sostenía en su “Enrique IV” que el honor no es más que una palabra, pero lo que, desde luego, ese honor no puede seguir siendo es la sinrazón de la horda.
Llevan razón los franceses cuando dicen que el velo islámico no es un tema religioso sino un uso patriarcal sin sentido en sociedades decididas a refundarse sobre el principio de igualdad entre los sexos. Pero véase a qué distancia estamos todavía, en Turquía y en España, pero también en Dinamarca o Perú, de una adecuada comprensión de esta exigencia del progreso moral de la especie. La irrupción de la mujer marca el fin del neolítico. Los viejos imperativos de la honra, que son nuestro más rasgo animal más genuino, deben ser sustituidos, de grado o por fuerza, por códigos civilizados.
A partir de ciertos peldaños de la escala zoológica, cada macho lleva un macho alfa dentro. Luego logrará llegar a ello o no, casi siempre no, en cuyo caso será un sumiso, un castrado mental. En la reducida manada familiar es donde únicamente consigue alcanzar esta aspiración oculta del ‘alfismo’ desde la madurez sexual. Y allí se resarce de otras humillaciones y servidumbres. Toma posesión de la hembra como ser inferior, desde hermana, madre a hija. Tiene que dejar clara esa prepotencia y recurre a cuantos ardides se le alcancen para dejarlo claro. Por eso no puede llamársele civilización, ni cultura. Es puro animalismo primitivo. ¿Se imaginan una ‘alianza de bestialismos’? ¿Sería el Inepto capaz de expresar ese término con su engolada vaciedad?
Lo demás es pura consecuencia.
(Esperemos que hoy sábado los trolls, alejados de sus covachuelas burocráticas donde, aburridos, malgastan en internet el tiempo que les pagamos, permanezcan en el silencio donde rumian durante el fin de semana el contenido del buche que han trasegado en su semanal plantón delante del pesebre).
Cuatísimo ruido ingrato estos días en este Casino, a pesar del interés de las columnas. La de hoy trata un tema emocionante, con un ejemplo trágico que demuestra lka bestialidad de esas «civilizados» con quepretenden aliarnos. Me consta que don ja está por la integración de Turquía, pero una cosa no quita la otra: antes debe resolver sus inconcevibles restos de primitivismo. ¿Qué dicen nuestra mujeres progresistas sobre esas desgraciadas a las que entierran vivas en los países que sus partidos adulan?
Hay hombras más feministas que muchas feministas. A estas les quitan el poder y sus ventajas y tal vez enfriarían su acaloramiento, ese que jamás utilizan para defender a las mujeres de abajo, a las amrginales, a las que sufren en silencio o a las enterradas vivas. Que haya hombres que lo hagan, le devuelven a una la esperanza.
Dicen miembros y miembras, mejores y mejoras, pero callan cuando uno de su partido maltarta a una mujer (varios casos) o ante tragedias terribles como la descrita. Sartre decía que no confiaba demasiado en la revolución femenina mientras las mujeres se empeñaran en hacerla ellas solas (y su mujer andaba en primera fila), porque recelaba que lo que buscaban era igualar los decetos de los machos, no superarlos en una armonía equitativa.
Por partida doble, cuentista, y tú lo sabes. Chup, chup,….
Mondo cane, amigos, éste que nos ha tocado. Mundo loco, pervertido, degenerado. Se hiela la sangre leyendo el caso. ¡Alianza de civilizaciones y citas del Deuteronomio, encima! No estoy para palabras. Un abrazo a todos.
Hay días en que celebro no entender ya el castellano de la calle, por ejemplo , la línea escrita justo encima de la mía.
La integración de Turquía, de manera directa o de forma indirecta , es algo que don José António ha evocado ya varias veces y cada vez siento lo mismo: no sé qué decir porque hay muchos puntos a favor y también muchos en contra. Con respeto al acto que nos ocupa hoy, es trágico, cruel, inhumano y para mi inconcebible. Pero actos monstruosos también los hay entre nosostros , cristianos viejos.
Besos a todos.
Les reencuentro en buena forma (mejor, ayer), de lo que me alegro. El tema no necesita comentario y las dudas de Madame son otra cuestión: Turquía es una potencia «medio europea», que es clave en su región, y plataforma entre Oriente y Occidente: mejor tenerla dentro que no fuera de nuestros intereses comunes. Lo que ocurre es que ella debe ponerse al día, rematar su proceso civilizatorio, lo que no supone perder sus señas de identidad, eliminar, eso sí, ese fardo de primitivismo que, porotra parte, es creciente en el país, como se sabe.
“Los viejos imperativos de la honra, que son nuestro más rasgo animal más genuino,….”….Bbbuuurrrppp, pppfff……
Oyesh, Cerdito Mayor, la Real Academia esa… ¿no será el nombre de una caseta de la Feria?
El eructito y el pedito con todo nuestro amol,…Para que duermas calentito, corasón.
Turquía sólo tiene en Europa un trozo de una ciudad y ese trozo es tan europeo como la India.
Europa no necesita para nada 70 millones de musulmanes entre los que hay un importante número de fanáticos. Comerciemos con ellos en paz, cada uno en su casa y Dios en la de todos.