Acto emocionante en Paracuellos del Jarama. Suspiros y lágrimas, nudos en la garganta y caras de circunstancias en la bancada oficial. Ha sido tremendo lo del Líbano, dura la imagen de nuestros soldados indefensos ante el enemigo invisible, desmoralizadora la versión del Gobierno confesando que nuestras tropas no están protegidas, como se prometió al partir, porque el pedido de inhibidores de frecuencia no se hizo más que cuando ya no daba tiempo a fabricarlos. ¡Hay que joderse! Había en el aire como un reproche mudo, como una queja contenida que repetía la que horas antes habían difundido por los medios los familiares de las víctimas, indignados con la indiferencia de la autoridad, con el despego demostrado hacia todas ellas. Sin contar con el silencio del Presidente, un silencio ominoso que no bastaba a disimular el gesto severo, no poco teatral, que mantuvo durante toda la ceremonia, tal vez sintiendo cómo la sombra del Yak 42, ¿recuerdan?, planeaba ahora sobre el mismo partido que en su día llegó a meter en el Congreso a los acosadores del ministro anterior. Donde las dan, las toman, pero además, las guerras son caras y estas cosas pasan cuando se ahorra –porque ahorro y no otra cosa es aplazar la compra de inhibidores a la hora de ir (de enviar tropas, vamos) a una guerra que es más bien un conflicto terrorista–, aunque se haya tratado de un ahorro selectivo, porque no es posible dudar que un solo coche oficial de los ayer aparcados en Paracuellos careciera de ese dispositivo elemental que llevan hoy incorporados incluso muchos ciudadanos particulares. ¿Se habrían salvado esos soldados caídos de haber dispuesto sus vehículos de ese instrumento? Pues casi puede afirmarse que sí y eso es lo que convierte la cuestión en un pésimo asunto político y, por supuesto, humano. En una triste miseria. Contemplando la liturgia, palpando la emoción, no resultaba fácil prescindir de esta idea que, a buen seguro, ha de nublar una temporada el cielo protector.
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El presidente no dijo un mu. Para eso ya estaba el ministro, y el ministro –un hombre serio, eso no se discute– ya dijo cuanto había que decir: que las tropas carecen de esa protección elemental. Porque, hay que insistir, esos soldados están en guerra, aunque en una guerra contra un enemigo invisible, es decir, contra esos terroristas de Hizbulá, el “partido de Dios” nada menos, a los que ZP consideró alguna vez como “resistentes” y no como terroristas, fíjense en lo que son las cosas. ¿Mantendrá ZP esa estólida definición después de esta tragedia? Hombre, este Ejército ya no es el que era, ni para bien y ni para mal, reconvertido en esa ONG que todos dicen que no es, qué va, integrado por un alto porcentaje de extranjeros que, junto a nuestros parados, se juegan la vida para ganársela, así de sencillo, relevando a la fiel infantería de toda la vida. Y ZP, además, tal vez no cala a fondo en ese melón porque él ni hizo la mili, por lo visto, como no la hizo Aznar, como no la hacían los hijos de los militares antiguos, y hay solidaridades que no resulta fácil adquirir en una teórica. ¡Mira que enviar tropas a un territorio plagado de terroristas, en el que los atentados son el pan de cada día, sin dotarlas siquiera de ese escudo imprescindible! Antier esa idea flotaba en el ambiente, entre las caras serias, los gestos solemnes, el paso fúnebre y la desolación de las otras víctimas, no de las que se iban sino de las que se quedan. Y ése es un mal asunto político, ya digo, y una pésima cuestión humana, sobre todo porque nuestros soldados han debido volver al peligro al día siguiente, nada más dar sepultura a sus muertos, sublimando acaso el ademán marcial cuando todos sabemos que la mayoría está ahí porque carece de trabajo. La guerra va siendo ya un curripén más que una iliada . No faltará algún cínico que diga que más muertos da la construcción.
Sé que me repito, Pero Morcilla, pero ayer mismito yo hablaba de presupuestos. Tuve un profe comunista allá en los primeros setenta que afirmaba que en ese multitocho que se descarga de la furgona es donde se refleja la ideología de quien lo produce.
No se pueden ni imaginar la de ministrillos de gobiernillos, más consejeritos a la violeta, más diputados culiparlantes, centrales y polifónicos, digo, poliautonómicos, más cogecosas, más quitapelusas, más agradaores del señorito de turno, hasta llegar a raboalcaldes y concejalitos venidos a más que llevan un audi de tropecientos mil jakos para poder tirar del blindaje, a más de molar con antenitas para esto y aquello.
Como son de la kultureta de mantequilla sí, cañones no, todo gasto militar es superfluo y si por muchos fuera, cada mañana les repartirían a nuestros soldaditos un clavel para el caño del máuser -a las sodaditas tal vez les repartieran un lacito rosa y a los caféconleche su cintita de arcoiris- mientras desfilarían a los acordes de algo de Lennon. Al Llano Amarillo de Montejaque, a Obejo o a Tremps mandaba yo a unos cuantos una temporadita.
Vamos de coccix, mis cuates.
Se ha olvidado de La Granja de San Ildefonso, El Robledo, que es el campamento de las elites matritenses al que asistió (como un servidor) don jagm, quien creo recordar que no tuvo una ejecutoria castrensa lo que se dice brillante, sino más bien todo lo contrario.
ESta mañana le he oído en la radio, contundente como de costumbre: si hay inhibidores para los barandas ¿por qué no los hay para vla tropa? GM es un tío que se viste por los pies. No va a tener morral para sobrellevar tanta piedra como le arrearán sus criticados.
a mi me gustaría haber echo la mili, mi padre dice que se aprendía mucho para ve mundo
El Gobierno non tiene excusa: no se puede ir a luchar contra terrorristas sin ese instrumento. Lleva razón gm (tambié lo he oído en la radio) en dneucniar que a los que mandan, a los importantes, no les faltan. Una vergúenza. Por una vez estoy de acuerdo con la dureza de Rajoy.
zumbao, pequeño, sabrías lo que es el bromuro, las ostias no consagradas y que te rebajasen ala cualidad de insecto sin derecho a vivir, pero echarias una mala leche que te seria util para el resto de la vida.
Bonita crónica, jefe, la lírica le pone un acento impagable a la realidad. Y dice usted verdades como puños. Gracias una vez más. No sólo en mi nombre sino en el de todos nosotros, incluso en el de los fanáticos, que tiempo tendrán de arrepentirse de sus fanatismos.
Alguna vez siento perderme al Anfi en la radio, pero hace tiempo que renuncié a esa droga. Me apena cruzarme con caminantes como yo con el gesto torcido, intoxicados mayormente por la ser o por la cope. Servidor sólo se droga con un par de cortados y un litro de agua. (Más alguna(s) pildorilla(s) inconfesable(s). Pesado este Grullo).
Tema duro, comentario candente.
Vaya repaso que le da a esos figurones. Me puse negro viendo la retransmisión porr tv del «funeral de Estado». El funeral para la tropa, los inhibidores para el Estado Mayor, diría Escrivá de Balaguer.
Se acuerdan de aquella película mítica «Senderos de Gloria» en la que el gran Kubrick nos enseñó aquello de que la «patria es el refugio de los canallas»…..
Algunos emplean con gran elocuencia «nuestros soldados» como si la patria fuera de ellos… y no hacen más que envilecerla.
Este cínico les recuerda que hasta hace muy poco, acciones como las de la semana pasada en el Líbano, -en el español clásico-, se adjetivaban como «emboscada».
Nada de Kubrick, Abate. Esa dudosísima frase, mal atribuida a Wilde, cómo no, es, en realidad, del doctor Johnson. POr lo demás, debneríamos acostumbrarnos a no sucumbir ante las frases rimbombantes.
Altísimo profesor: Lo que he intentado relacionar es el argumento de la película, -durísima crítica hacia el estamento militar-, y esa frase que la define.
Ud siempre tan atento a las formas y no al fondo.
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