PERFIL – Nicolás Redondo
Otra voz autorizada, la de Nicolás Redondo Terreros, ex-secretario general del PSV y personalidad de discreción más que probada, viene hoy a las “Charlas de El Mundo” para reflexionar ante la crisis económica, sus consecuencias y, sobre todo, la eventual salida que hoy parece vislumbrarse. No será la suya una voz que se apunte, seguramente, a disfrazar la situación, que sigue siendo evidentemente desastrosa en muchos aspectos, ni es probable que lo escuchemos ampararse en el recurso a esos términos-talismán, como el de “recuperación” y otros por el estilo, que constituyen hoy por hoy el único recurso del Poder. Nadie bien informado duda de que nuestra salida de la crisis será más tardía y más lenta que en los países equiparables al nuestro, ni de que las esperanzas que anda diseminando el Gobierno no pasan de trucos para ganar tiempo a base, además, de ir prorrogando sucesivamente los plazos anunciados. Pero ante esa razonable convicción, el espectáculo de desunión y rivalidad que están ofreciendo los dos grandes partidos en este terreno resulta escandaloso, en la medida en que incluso puede sugerir la imagen de una Oposición que se regodea ennegreciendo el panorama frente a la de un Gobierno empeñado en desdramatizar sin fundamento, e incluso contra toda evidencia, la gravedad de la situación real.
Si ha habido una reacción a resaltar en toda esta tragedia será, seguramente, la diligencia con que las grandes potencias apearon diferencias y limaron matices para lograr un acuerdo fulminante con el fin de salvar al sistema financiero mundial. No hubiera tenido sentido otra actitud, desde luego, como no lo tiene ver cada día en le telediario la viñeta correspondiente a un pulso partidista insensato que constituye uno de los grandes obstáculos para salir del atolladero. Conociendo a Redondo y su discreto criterio, preveo que viene a abogar por un amplio acuerdo político que, superando las estrategias, tantas veces míseras, de las fuerzas políticas, cree un marco social y político en el que los esfuerzos por superar la debacle puedan arraigar con más fuerza. En Francia o en Alemania hubo y hay discrepancias entre esas fuerzas a la hora de valorar la crisis y sus remedios, pero nada comparable a la sistemática disyuntiva que estamos sufriendo en España, donde los dos partidos decisivos no han sido capaces de templar un pacto que desde hace tiempo está ofrecido, todo hay que decirlo, por uno de ellos. Que el Gobierno y su partido recelen de iniciativas comunes no tiene perdón, en especial si se contempla desde la perspectiva de 4 millones trescientos mil parados y una deuda que se ha disparado en un 20 por ciento en dos años. Y menos aún puede tenerlo que las minorías se dediquen al cambalache de la venta de apoyos parlamentarios ocasionales, incluso a la hora de sacar adelante unos Presupuestos que todas ellas coinciden en calificar de inadecuados para la tarea que queda por delante.
Es verdad que en nuestra democracia parece definitivamente perdida la opción unitaria —que hasta en supuestos como el del penúltimo secuestro ha resultado imposible—pero en la medida en que la crisis, por definición, es un hecho coyuntural, carece de sentido que los responsables de la nación resulten incapaces de acercarse lo suficiente como para remar de manera acompasada en la misma dirección. No se saldrá del profundo pozo en que ha caído la economía si no es con el concurso de todas las fuerzas políticas agrupadas alrededor de un Gobierno que tendría que empezar por tender sus puentes levadizos hasta ahora levantados, una situación que reforzaría a todas ellas, sin duda posible, mejorando una imagen hoy deplorable. No es verdad que en la crisis nos han metido otros; en la crisis nos han metido y nos hemos dejado meter, eso es todo. Pero hoy de lo que se trata es de salir de ella y ese objetivo ha de estar muy por encima de cualquier razón particular. Seguro que Nico Redondo va por ese camino. Lo garantiza un discreción que ni sus enemigos más arriscados, incluyendo a los que impidieron que sea hoy el gran lehendakari que pudo ser, le han negado nunca.