Se veía venir desde que la postmodernidad que nos invade apostó fuerte por lo que sus fautores llaman el irreversible “desarrollo de los derechos y libertades” y es, en realidad, ese supremo ejercicio de confusión consistente en dar respaldo legal a situaciones o conductas inverosímiles desde la perspectiva normal. Las decisiones en materia de derecho de familia, sobre todo, ofrecen un campo ancho a ese experimentalismo que, en realidad, no es más que un criadero de votos, pero que está contribuyendo a transformar la realidad en términos no pocas veces insólitos y, en más de una ocasión, absurdo y escandaloso. Ya saben a qué me refiero, pero quizá ignoren todavía la última ocurrencia de este libertarismo desequilibrado que ha puesto legalmente a los padres a los pies de los hijos, a los machos en manos de las hembras, a los profes de rodillas ante sus pupilos, y que ahora acaba de inventar, para remate y colmo de esa idiocia galopante, el derecho de los alumnos a copiar en los exámenes. En efecto, la Universidad de Sevilla ha decidido consagrar el derecho a la ‘chuleta’ de manera que al alumno transgresor ya no podrá expulsársele del aula ni suspendérsele el examen, quedándole al docente como alternativa única la de poner el caso en manos del inevitable comité ‘paritario’ de alumnos/profesores cuya será la competencia de absolver o condenar. Es el golpe de gracia a la relación docente, el golletazo al procedimiento de evaluación del educando que lleva siglos funcionando en la universidad pero que a estos “novatores” temerarios les ha durado medio minuto: el tiempo de ponerlo en un reglamentillo. Me pregunto si en ese imprevisible programa de desmontaje de la lógica social se incluye también la descalificación de la propia autoridad educativa y no les niego que la simple idea de esa revolución final se me presenta, en mis cortas luces, como una inefable panacea.
Todos tontos, oigan. Tengo un amigo al que una denuncia juguetona de su vástago a no sé qué teléfono salvador lo ha hecho atravesar sin cirineo su larga calla de le Amargura, y hay ya hasta jueces que denuncian el dislate que supone comulgar obligadamente con las ruedas del molino conyugal. Lo que no se me podía pasar por la cabeza, francamente, era este atentado contra la docencia que legitima al tramposo no sólo frente al profesor sino frente a sus compañeros cumplidores. Me temo que toda esta galerna normativa no sea más que la expresión de un oportunismo que ha perdido sin remedio el referente moral y ético para proyectarse inconsciente sobre un idealizado fondo de anomia. Van a pasar a la Historia, seguro, pero dejando como un solar este puerto de Arrebatacapas.
¿Quién dijo algunma vez en este blog que los docentes exagerábamos la situación de la enseñanza? Ya ven que no hay exageración yq eu es la propia autoridad la que contribuye al desbarajuste. ¿Dimisión para ese Rector? Créanme, no se arreglaría nada con ello.
No se pongan así, hombres, comprendan que le sentido del humor unca está de más. Los que mandan en la docencia sabenm que esto ya tiene mal arreglo, sobre todo mientras ellos sigan al frente del negocio. Pero este asutno del derecho a copiar no es más que una conseceuncia lógica del buenismo imperante que tenía que llegar tarde o temprano. Tómenlo por el lado humorístico. Se ahorrarán el sofocón.
Hay sofocón cuando castigas a un copión y te vienen a decir que no tienes derecho à ponerle un cero. Me ha pasado, y me ha parecido escandaloso. Por eso sigo poniéndolos.
La solución es que los padres cuyos niños NO han copiado protesten alegando que sus vástagos se sienten víctima de injusticia y están lesados.
Besos a todos.
El remedio es bien sencillo:
Yo, y quizás alguno de Vds., tuve un catedrático de física en Sevilla que permitía y recomendaba llevar a los exámenes los libros de texto y cualquier tipo de apuntes. Eran los exámenes más temibles de la Universidad.
Un servidor de Vds., capaz de hacer chuletas e incapaz de usarlas, descubrió que el hecho de confeccionarlas suponía un esfuerzo de síntesis muy positivo.
Hemos tocado fondo. ¿O no hemos tocado fondo? Esta tropa, como suele usted decir, es capaz de todo. Con lo que me ha llegado hasta mi retiro de las «becas por asistir a clase» que ha dado la Junta andaluza, se dice todo.
Mientras estuve en activo en la Universidad de Sevilla -supongo que en parte porque tengo una memoria muy mala- procuré que mis exámenes no se basaran exclusivamente en la memoria, sino más bien en el esfuerzo realizado en la información y en la capacidad comprensiva . Para ello, durante unos años, ofrecí la posibilidad de optar voluntariamente por un trabajo final de síntesis que complementara las lecturas (obligatorias y voluntarias) de las que había que dar cuenta en entrevistas personales. Pues bien, al final tuve que suprimir esa posibilidad simplemente porque una mayoría se dedicó a copiar, de forma acrítica, textos completos publicados en internet. El problema no estaba en copiar información -todo lo contrario- sino en copiar los exámenes. No memorísticos en este caso. Lo digo por las declaraciones del Sr. Gabilondo al respecto.
A los alumos que preferían un examen más tradicional, le permitía, como el profesro de física del Sr. Grillo, que utlizasen libros y apuntes. Todo consistía en no plantear preguntas concretas que se puediesen aprender de memoria, sino cuestiones generales. Claro que ello implicaba mayor trabajo a la hora de corregir.
De acuerdo con don Griyo y don Chic, naturalmente.Yo también tuve un profesor semejante, a quien adoraba, que nos dejaba libros y apuntes en los exámenes y que era profesor de historia. En el primer examen que nos puso, con licencia para usar libros y apuntes, tuve la peor nota de mi vida en historia.
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¿cómo es que no hay nada hoy y son ya las doce y media?
Un beso a todos.
nos estamos volviendo locos de remate