Desde que la derecha le ha perdido el miedo a la calle, la calle ya no es patrimonio exclusivo de la izquierda. Y eso está bien, en especial cuando la calle es el único ámbito que le queda a la protesta en vista de la supeditación mecánica de los Parlamentos a las mayorías absolutas o muñidas. El paro, por lo demás, no es de nadie sino de todos, y quizá por eso, aunque ausentes en Málaga, hay sindicatos que desfilan junto a los conservadores. Mientras, el PSOE despliega el aparato del Poder y reparte ministros y consejeros en actos cerrados para contrarrestar el efecto de la protesta del PP. Todo menos ir juntos, ya lo ven, atenidos a la imagen de Chaves que propugnaba mantener a “cada uno en su sitio”. Algo cambia cuando la derecha está en la calle y la sedicente izquierda en el teatro.