Van a juzgar ahora al presunto incendiario de Riotinto que provocó la catástrofe del verano de 2004. ¡Seis años para juzgar a un presunto que arruinó a un puñado de pueblos que vivían del monte, además de causar dos muertes! Una demora que habla muy mal de la Administración de la Justicia pero que me temo que le venga como anillo al dedo a la otra Administración, a la Junta, que desde entonces viene enredando, sin acometer los imprescindibles trabajos de restauración aunque permitiendo transformaciones aprovechadas a los propietarios más poderosos. Veremos si, finalmente, ese presunto es un demente, un culpable o un buco expiatorio. Lo que me temo que no volvamos a ver es el viejo paisaje destruido.