No es normal en el presente la vida pública española. No se atiene al rasero común porque no hay quien le meta en la cabeza a muchos y muchas que lo que a ellos resulta inconveniente no tiene por qué resolverse al margen o por encima de la norma. El ex-alcalde de Marbella, un tal Julián Muñoz, se ha sumado a los Garzón, Del Nido, Matas y Ortega que piden que se indulten sus delitos, es decir, que se les dé gratis lo que al común le cuesta un riñón y parte del otro, mientras que la muchedumbre se hace lenguas profetizando que a Undargarín y no digamos, eventualmente, a la Infanta, ya habrá quien le pase una lima dentro de la telera para que sierren a gusto los barrotes disciplinarios. Es verdad que hay malos antecedentes, como los dos indultos que González, el sabría por qué, le concedió al difunto “ostentóreo” o los indulto-exprés que reabrieron las puertas de la cárcel a los secuestradores del GAL, por citar sólo un par de ellos. Pero el caso es que la Justicia en España va siendo ya una cucaña sin fin, dado que hay, de hecho, un Tribunal Supremo por encima del Supremo, y uno en Estrasburgo por encima del Constitucional, inacabable cadena a la que, si se le suman los indultos selectivos, no le veríamos nunca, probablemente, el fin. Y luego están las “Femen”, esas ménades de torso desnudo que ya no cabalgan sobre tigres ni portan lobeznos en los brazos, sino que se ilustran el tetaje con obscenidades y lanzan bragas teñidas a los cardenales, cuando no se alborotan en la balconada del Congreso para abroncar a los diputados desde su locura dionisiaca. De una Ley común, igual para todos, cuadre o no a nuestro gusto, nada de nada o, como decían los castizos de Madrid, “nasti de plasti”. Nuestra Justicia será una tortuga coja pero nuestros justiciables o justiciados son la “rehos”.
¡Pero si aquí ha habido que aguantar hasta un acoso al Congreso y una docena de abucheos lo mismo a los pedófilos y asesinos que a los Príncipes de Asturias! Garzón quiere que lo indulten y Del Nido dice que ayudaría más a la sociedad fuera que dentro de la cárcel. Pero no hace tanto, para que un desgraciado no fuera al trullo a los seis años de su “delito” (un trapicheo de tres al cuarto), hubo que montar la mundial. En este país seguimos creyendo que la Justicia es soltar un preso en Semana Santa –como autoriza la “premática” desde Carlos III a don Juan Carlos pasando por el Caudillo—o en echarle tetas al asunto con un tirso en la mano.
Pero, hombre, don ja, ¿es que no lo alumbran la pajarilla estas ménades con las tetas al aire? Que no mire el Cardenal, pero usted, hágame caso, fisgue lo que pueda. Espero con impaciencia otros comentarios, en especial el de don Epi, y ya me froto las manos por anticipado.
Tercio por lo anterior: «RIGA» significa LÍNEZ, RAYA, según el magno Nuievo Diccionario Latino-Español de don Raimundo de Miguel, Me consta que doin ja lo posee pues ambos lo compramos, en diferentes momentos, en París de Francia.
Creo que tengo motivos de sobra para opinar sobre este tema. Una cosa es el derecho de indulto, pensado para situaciones excepcionales y otra este rosario de casos sustraídos a la jurisdicción natural de los jueces para que los políticos les corrijan la plana o dejen en papel mojado sus decisiones. La pulla sobre «el Supremo del Supremo» no dice más que la verdad, por otra parte, por no hablar de la cadena que lleva hasta Estrasburgo.
Las imágenes son, desde luego, desoladoras. ¿Están locas, porque cuesta creer que estén cuerdas? ¡Qué violencia, qué salvajismo, qué estúpida exigencia! El potro día al Cardenal lo trataban de insultar con una asquerosa rima: «Toño, sal de mui coño», que reproduzco con la venia de mis amigos, que somos todos mayores. Como don Rogelio también yo espero con interés el comentario de Epi, con su gracia y su inteligencia crítica habitual.
Divertido, me he «descongojado» con la medida alusión de don ja así como con su culta guasa: ¡el tirso en la mano, los lobos en brazos…! Hay quien sabe mundo clásico y quien no…
No me lo pongan tan difícil, mis cuates.
Lo que me maravilla es que estas mozas, de saltarines adminículos pectorales, hayan elegido tal nombrecito tan parecido a la palabreja que aprendimos los chicos de los mayores en el internado.