Mucho queda por afirmar la idea de Europa entre los mismos europeos y no es extraño: lo raro sería, me parece a mí, que este continente fratricida, cuya historia es una pésima crónica de la convivencia entre sus pueblos, inspirara de pronto a esos pueblos enfrentados un sentimiento de unidad que, de momento, es más burocrático que otra cosa. A diferencia de los EEUU, por ejemplo, la unidad europea es un producto político y una creación burocrática más que un impulso popular que nunca ha existido, y ello puede que explique el creciente alejamiento de sus ciudadanos respecto de la realidad política e institucional superpuesta a nuestra realidad sentimental. Un sondeo sobre el tema, realizado recientemente en los 27 países de la Unión, demuestra sin lugar a dudas que una significativa mayoría de europeos carecen de interés por la vida comunitaria y, desde luego, se desentiende de unas instituciones que les siguen siendo ajenas tanto a los países recién llegados al proyecto común como a los más veteranos. Polacos, austriacos y británicos, sobre todo, son los más alejados de ese sentimiento y, por supuesto, los que menos piensan acudir a las urnas en los próximos comicios de junio, pero incluso entre los países más sensibilizados, los porcentajes de participación previsibles son bajos, aumentan respecto a ocasiones anteriores y amenazan con mantenerse en cotas realmente deslegitimadoras cercanas al 70 por ciento de abstención. Cae la credibilidad del Parlamento Europeo, de la Comisión de Bruselas y del Banco Central, a los que las circunstancias han arrastrado hasta cotas inquietantes de alejamiento ciudadano. Europa, hay que admitirlo, es hoy por hoy una realidad mucho más retórica que real y su proyecto de unión política sigue sin calar en la mentalidad de pueblos tan diferentes y que tienen el pasado que tienen.
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Escucho a una minerva europea alegar a la defensiva que también los EEUU registran una importante abstención electoral –salvada en la elección de Obama, por cierto—pero a eso hay que añadir que, junto a su inhibición electoral y a su desapego partidista, el ciudadano americano profesa un profundo y activo sentimiento patriótico que en Europa ni siquiera está esbozado, probablemente porque no es posible. Y esa cesura entre la política institucional y el sentido político de la población aleja el proyecto europeo de la espléndida experiencia americana posibilitada por su convivencia federal. Sólo un porcentaje ridículo de ciudadanos conoce la función de un eurodiputado y casi nadie, a un tiro de piedra de las elecciones, sabe la fecha en que se celebrarán. Falta mucho por hacer en esta construcción europea cuyos titulares, según el maestro Adrados, primero fueron griegos, luego romanos, después bizantinos, más tarde europeos y, finalmente, acaso, sencillamente “humanos”. Se ha dicho que la palabra Europa se nos está quedando pequeña. Y quizá se han quedado cortos.
Es tremendo el dato de la abstención prevista aunque en España seguro que es menor. Y muy acertada la consecuencia que saca jagm sobre la inconcreción conceptual de Europa, sobre la vaguedad de su idea. Nadie se ha preocupado de fundamentar unos «Estados Unidos de Europa» y eso que habría avrios fundamentos posibles. Las consecuencias son las que la columna resalta.
Europa es una entelequia y un mercado. Un continente belicoso que ha visto luchar entre sí a casi todos sus países. Un laberinto en descomposición, además, en los últimos tiempos. Lo raro sería que la gente se sintiera europea.
Interesantísimo problema, tan crucial en estos tiempos .
Nadie se extrañará si digo que soy una «vieja europea», convencida de que o lo conseguimos o morimos, es decir o conseguimos entendernos y reaccionar y defendernos juntos o , frente a gigantes como China, Estados Unidos e India seremos desintegrados, digeridos , pospuestos a la cola en el ranking de las naciones. Pero creo que hay que hacer una Europa de las ideas y no del dinero, del comercio, cosa que como vemos no pueden servir de cemento.
De todas formas es evidente que son las ideas las que nos mantienen unidos, un fondo cristiano y el ideal de la ilustración.
Besos a todos.
Europa, la Lonja continental: no es otra cosa, mal que nos pese a algunos. La Europa de la Ilustración se ha dejado a un lado. Prima el interés económico, y no se olcide que de de la idea de un Mercado Común surgió la que hoy tenemos.
Entelequia, utopía, mercado, pues sí. Pero menos da una piedra. No soy forofa de las estrellitas sobre fondo azul, pero comparen esta situación de ahora con la de hace….treinta años, por ejemplo, nuestros treinta años de consti. Hagan la prueba, que no la harán, de coger el carro como lo hice un par de veces o tres, sin prisa y casi sin rumbo y crucen pro la Junquera o por Saint-Jean-de-Luz. Sigan haciendo kilómetros y paren a dormir donde les pete. Les bastará el modesto deeneí. Sigan bien hasta Nápoles por Livorno y Fiumicino o hasta Le Havre por Burdeos. Con todas las restricciones mentales que quieran, se seguirán encontrando en tierra propia.
Seguramente una es cortita de miras y horizontes. Pero el otro día, saludadndo por la webcam a mi sobrino con su Erasmus, me sentía ciudadana de Europa. Algo es algo.
Quién me iba a decir que iba a poner la nota de optimismo.
Pues ya ve querido Anfi, esta triste Europa no interesa ni al Casino, aunque los pocos que han aparecido no podían haber dejado comentarios más certeros. Me quedo con lo dicho al final del comment de hoy; estos europeos son sobre todo humanos, que ya sean globalizados o glocalizados, andan más perdidos que el barco de la harina. ¡Ay, con el café de los 80 céntimos!.
Quizá no seamos conscientes de la gravedad de la cosa, puesto que el fracaso de Europa supondría una situación sin retorno posible o con retorno a la más temeraria incertiudunbre. Pero ¿por qué hemos de fracasar nosotros donde los americanos tienen éxito? Esta generación tiene una misión histórica: cosntuir un nuevo mapa de convivencia continental. Se corpende que es grave la tarea pero pero puede ser al fracaso.
no hay una lengua común no hay un sentimiento europeo entre las naciones, pues a imaginarse lo que pensarán los nacionalistas de cada uno de los estados de esta idea. un saludo Don Jose Antonio