Andan escamados con razón los alcaldes de la Bahía gaditana ante los regates de la Junta, que un día promete lo que evidentemente no está en condiciones de prometer y al siguiente echa agua al fuego que ella misma encendió para que no se le vaya de las manos. La decisión de Delphi es seguramente irrevocable con independencia de que haya sido montada sobre oscuras maniobras de ingeniería empresarial, y la Junta lo sabe. Si va diciendo otra cosa y promete sin comprometerse demasiado es para ganar tiempo, pare enfriar ánimos y, en definitiva, como siempre, para escurrir el bulto. Esos alcaldes que comenzaron la lucha diciendo que lo único realista era acometer un auténtico plan de desarrollo en la zona deben hoy templar gaitas forzados por los guiños de la Junta, pero les iría mejor continuando por donde iban, es decir, diciéndoles la verdad a los trabajadores. Si la Junta mantiene su juego de darle hilo a la cometa y los sindicatos la secundan, al menos ellos deberían exigir realismo y predicar con el ejemplo.