Hay una nueva moda política en Andalucía: la del prócer que se querella o demanda a quien osa criticarle, o lo denuncia, a su vez, pongamos por ‘mobbing’. Chaves encabeza ese desfile como querellante contra dos periodistas de El Mundo que se limitaron a contar al lector, con video incluido, lo que testimoniaban los testigos del “caso espionaje” al presidente de una Caja de Ahorros. Y ahora en Huelva, el ex-presidente de la Diputación devuelve el pelotazo judicial a una funcionaria que lo denunció por ‘mobbing’ precisamente tras recalar en la consulta del psiquiatra, al tiempo que un colaborador suyo hace lo propio con otro denunciante. Tú me denuncias, yo te denuncio, tu te querellas conmigo, yo te devuelvo la querella, entre otras cosas porque para ti el precio de la defensa puede (suele) ser prohibitivo mientras que para mí suele ser gratis total. Ni el casi hermético montaje de ‘agiprop’ que los protege los conforma; quieren también la garantía del silencio crítico y, en su caso, la impunidad. Ninguna arbitrariedad tan ventajista como este recurso insólito del Poder frente/contra los derechos del ciudadano.