Cuando, llegado el momento, tirios y troyanos porfíen sobre la sentencia de los ERE, habrá que disculparlos, en buena medida, teniendo en cuenta el espectáculo ofrecido por los “manguitos”. Consideren la gravedad que entraña la acusación que, ante la propia Audiencia, hace la Fiscalía a la juez sustituta, cuyos argumentos clamorosamente exculpatorios de los encausados le resultan (a la Fiscalía), además de “simplistas”, “gratuitos y carentes de todo sentido”. Pero admitan también que el rasurado en toda regla que la juez sustituta viene haciendo del sumario instruido por Mercedes Alaya, no deja de ser provocador. La verdad es que entre todos se lo está poniendo crudo al tribunal que ha de sentenciar, pero más crudo si cabe a una Opinión Pública desconcertada ante un procedimiento de ida y vuelta que, al menos en voz baja, no comprenden ni los propios magistrados.