Ningún suceso tan desolador como el del rapto de las 270 niñas nigerianas por el terrorismo islamista de Boko Haram. Ha sido realmente espectacular el despliegue publicitario de solidaridades del que no ha querido quedar fuera la propia Michelle Obama, mientras los criminales filtraban una grabación de las raptadas recitando a la fuerza versículos del Corán. En París se ha reunido, a petición del presidente nigeriano, un grupo de trabajo en el que estuvieron representados Camerún, Chad, Niger y Benin junto a los EEUU, Gran Bretaña, Francia y la Unión Europea que, entre declaraciones altisonantes, han decidido movilizar contra el terror un puñado de agentes secretos además de los aviones destacados en el Chad y los drones disponibles en Níger, pero la respuesta no se ha hecho esperar y, en efecto, veinticuatro horas más tarde un camicace ha respondido ya con un primer atentado mortal. ¿Agua de borrajas? Pues seguramente, porque damos por hecho que el atroz suceso irá perdiendo mordiente informativa hasta desinflar el globo de la indignación provocada. Asusta esta incapacidad del orden internacional para enfrentar una amenaza de semejante envergadura que, después de todo, podría no ser más que la punta del iceberg de ese terrorismo que podría unir sus fuerzas a las de Al Qaeda lo mismo que cuenta ya con el apoyo material de aliados árabes. Desde París llegan declaraciones contundentes –“Estamos aquí para hacer la guerra a Boko Haram”, por ejemplo—pero no hay ni indicio de una acción realista. El fracaso siempre es malo pero cuando se produce frente a un enemigo menor resulta un escándalo.
Cuesta doblegarse a la idea de ese fracaso, desde luego, y más si cabe contener la justa ira sentida por tanta gente frente a un crimen abominable como el rapto de las escolares y su presunta venta como esclavas sexuales, cuesta aceptar que una banda sectaria campe por sus respetos frente al desconcierto de las potencias civilizadas tan expeditivas cuando se ha tratado de defender sus intereses propios desde los diamantes al coltán. ¿De verdad es imposible cortar el tráfico de armas y pertrechos proveniente de Libia a través del corredor de Níger y el Chad? Esas niñas raptadas y sus familias dolientes constituyen un descomunal desafío al proyecto teórico de paz mundial más desdibujado cada día que pasa. Si llegara a desinflarse del todo la tragedia no incumbiría sólo a esos desdichados sino que comprometería a la conciencia universal.
Don Jose Antonio, disculpe que utilice su blog para algo personal, pero querría rogarle que transmitiese un recado a su amigo d. Pedro Gª Pinto, en nombre de sus amigos gallegos. Dígale por favor, que contacte con Miranda.
Le ruego disculpe la intromisión, pero no veo otra forma de contactar con el.
Muy agradecidos.
Quien tiene enfrente Goliat es alguien más que el pastorcillo con su honda. Este David infame de hoy tiene acceso a toda la faramalla electrónica, más los AK47 y no dudo que sus lanzamisiles y todo un armamento de última generación.
Por lo que se lee, AlQ se financia en parte por quienes se besuquean con el Cojo. A BHaram tampoco le llueve el dinero desde el jardín de las huríes.
Las cloacas de la política internacional tienen poco que ver con los cartelitos de la hermosa Michelle. El asunto huele demasiado a podrido. Y además se echa bastante en falta -o yo no estoy lo suficiente al loro- la repulsa indignada de las feministas de cuota.
P. D. Ya me encargo yo de transmitir el mensaje de Miranda a ese destinatario, que está hecho un cimarrón de cuidado.
Tengo por seguro
Tengo por seguro que, tal como se malicia don ja, el asunto del las escolares negritas raptadas por esos bárbaros va diluyéndose a marchas forzadas. ¿Encontrar esa aguja en ese pajar? Más que a ese milagro, es a la decisión de cortar todo apoyo al islamismo extremo, a la que corresponde la faena. Pero ¿qué nos importan unas negritas desaparecidas o vendidas como esclavas sexuales, cuando estamos permitiendo en nuestros burdeles la explotación masiva de inmigrantes?
Nada de esto ocurriría si las secuestradas fueran norteamericanas o inglesas. Tienen razón quienes han sugerido antes que el fracaso de Goliat es más bien una dimisión del gigante filisteo.
Un caso que hiere el alma, una exhibición de insolvencia por parte del llamado «orden internacional», que representa la ONU y patrocinan las grandes potencias. En este caso, además, no han hecho la vista gorda, como es habitual, sino que se han rasgado las vestiduras y prometido una acción contundente que, ya lo ven, ha quedado en nada o casi nada. Rezo por esas niñas. No creo que «aquí abajo» quepa otra esperanza por ellas.
Caso particular del fracaso general de la política exterior de Occidente frente a un enemigo declarado. Retengo en él lo lacerante que resulta la idea de las niñas robadas y vendidas, idea sobre la cual no he oído pronunciarse a las feministas que se comen el mundo porque alguien menciona en el Congreso el «canalillo» de una diputada. Mundo enloquecido, mundo a punto de perderse, civilización incapaz frente al desafío… Permítanme que por hoy lo deje.
Esas reuniones no eran más que gestos obligados por la monstruosidad del hecho, y en cuanto a Francia, también por motivos electorales. Nada harán, ya lo veremos, por desgracia, aparte de que este no es sino un caso más de los muchos registrados en África.
Habrá que preguntarle a la 1ª dama de los EEUU dentro de poco: ¿Qué, qué fue por fin de las negritas secuestradas? A ver qué contesta.
Lo de las negritas es noticias hoy, pero desgraciadamente no lo será mañana José Antonio. Otro gallo cantaría si aquí habláramos de intereses comerciales de los EEUU. En este caso, ya se estarían preparando los «malos».